5/10/09

Finis Hispaniae!


El Guadalete se llevó en sus aguas la gloria y libertad de España. Allí pereció el nombre ínclito de los Godos; allí el esfuerzo militar, allí la fama del tiempo pasado, allí la esperanza del venidero se acabaron; y el imperio, que 300 años había durado, quedó abatido por esa gente feroz y cruel.

"¿E quién daría a mi agua, con que toda mi cabeza fuese bañada (exclama el bueno de Alfonso X en su crónica), e mis ojos fuentes, que siempre manasen lágrimas, porque llorasen e plañiesen la pérdida, e la muerte de los de España, e la mezquindad, e el terramiento de los Godos? Aquí se remató la santidad e religión de los obispos e de los sacerdotes; aquí quedó e menguó el abondamiento de los clérigos que servían las iglesias; aquí peresció el entendimiento, e el enseñamiento de las leyes de la santa fe, e los padres e los señores todos perescieron en uno...Toda la tierra astragaron los enemigos, e las casas hermaron, los omes mataron, las cibdades robaron e tomaron...Cuanto mal sufrió aquella Babilonia, que fue la primera y mayoral en todos los reinos del mundo, cuando fue destroida del rey Ciro e del rey Dario...e cuanto mal sufrió Roma, que era señora de todas las tierras, cuando la tomó e la destroyó Alarico, e después Ataulfo, rey de los Godos, e después Genserico, rey de los Vándalos; e cuanto mal sufrió Jerusalén, que, según la profecía de Nuestro Señor Jesucristo fue derribada e quemada, que non fincó piedra sobre piedra; e cuanto mal sufrió aquella nombre de Cartago, cuando la tomó e la quemó Scipion, cónsul de Roma; dos tanto mal, e mas que aquesto sufrió la mezquina de España, desamparada, ca en ella se ayuntaron todas estas coitas e tribulaciones."

Pero España resucitó. Comenzaba así la gran epopeya.

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