23/11/09

Familia Vs. Revolución


LA FAMILIA ES LA TRADICIÓN, TRADICIÓN DE LAS CREENCIAS, DE LAS COSTUMBRES Y DE LA SANGRE; TRADICIÓN DE LAS GLORIAS, DE LOS NOMBRES, DE LOS HONORES, DE LAS VIRTUDES Y DE LOS RECUERDOS; Y TODO ESTO QUIERE DECIR UNA MISMA COSA: AMOR, ESTIMACIÓN Y RESPETO DE LOS ANTEPASADOS: ESTO ES, DE LO MAS CONSERVADOR Y GENEROSO QUE HAY EN LA FAMILIA.

Cristo no es solamente en la familia un manantial de vida que la regenera, es un modelo que transforma, modelo de perfección que la eleva hacia Dios haciéndola a su semejanza, porque Él es la perfección misma, porque es el mismo Dios. La familia que no se ha hecho sobre el modelo de Jesucristo, o que le repudia después de haberle conocido, casi siempre se desfigura a sí misma, y cae debajo de la humanidad.

Cristo es la fuerza que la defiende; allí donde se encuentren muchos seres predestinados a la asociación, es preciso que haya una fuerza central que retenga todos los partidos en la unidad, es decir, en la fuerza misma que viene del centro. Lo que retiene al cuerpo en la unidad, las almas, es la atracción, y lo que constituye la unidad es el amor. La familia es en su esencia misma, un centro de amor, Y ÉSTE ES EL MISTERIO DE SU FUERZA. Hay en el orden natural un amor que la Providencia coloca en el corazón de los padres, de las madres y de los hijos, y que es para toda la familia una natural salvaguardia. Pero en el estado de la civilización actual, que lleva al hogar doméstico tantas causas de división, es preciso que la familia busque su fuerza y su punto de apoyo en otro amor superior a la naturaleza y a la humanidad: Cristo.

CON LA REVOLUCIÓN, SE VIOLÓ EL ASILO SAGRADO QUE GUARDA EL EJEMPLAR DE TODA SOCIEDAD BIEN CONSTITUIDA, INTENTANDO CAMBIARLO TODO, O, MEJOR DICHO, DESTRUIRLO TODO, QUE ES SU FIN.

Toda secta revolucionaria es distinguida por su audacia e insolencia, así como por sus enormes atentados contra todo, por mas sagrado y santo que sea, como es la familia.

Una de las grandes cosas que protegen a la familia y que la familia protege es, con el amor y respeto a las tradiciones, el respeto y el amor de los antepasados, como dijimos al principio. La Revolución odia la Tradición, la empuja resueltamente como el antagonismo del progreso porque, según la ciencia revolucionaria, lo que es tradicional no puede ser progresivo y viceversa. Un viento salido del Infierno lo impulsa por todos lados a la destrucción de todo lo antiguo y a la exclusiva glorificación de los crímenes modernos y errores, que es toda su historia (revolucionaria): desprecio bárbaro de todo lo que no parte de nosotros mismos; es decir, de las creencias, de las costumbres, de las leyes, de las glorias de los ancestros, y como consecuencia inevitable, de nuestros antepasados mismos; guerra a muerte a todo principio de orden, a toda noción de derecho legítimo, de moral, de ciencia, DE LIBERTAD VERDADERA, de felicidad humana: la destrucción es su fin y ésa es su bandera.

En toda doctrina revolucionaria, siempre habrá otro principio disolvente de la familia: el ataque de la propiedad, del derecho de poseer, de transmitir libremente sus bienes. ¡Ah, señores! cultivar el campo que hemos heredado de nuestros padres y transmitirlo a una posteridad amada, si no aumentado por el trabajo, enriquecido al menos con nuestro sudor: ¿hay algo, excepto la Religión, mas conservador y progresivo bajo el punto de vista de la familia? La propiedad es además, el culto de los antepasados, y el amor a la propiedad, el culto y el amor a la familia. La propiedad es el sacrificio de los padres, convertido para los hijos en el sustento diario; es el amor de aquéllos perpetuándose por medio de la beneficiencia; es la tierra que conserva la huella de sus pasos, el surco de su trabajo, la corona de su industria; es el suelo asegurado por los abuelos bajo la planta de su posteridad que crece bendiciéndolos: ES EL PRESENTE, EL PASADO Y EL PORVENIR de la misma familia, que viene a unirse y reconocerse en un mismo punto del espacio; es el sitio donde nace y se desarrolla en la estabilidad tendiendo una mano a los antepasados y otra a los hijos; es, ya lo véis, LA TRADICIÓN.

La ciencia revolucionaria, al negar la propiedad, o lo que a ella se refiere, al limitar en la familia el derecho de poseer y transmitir esa posesión, rompe esa cadena material que une la familia a la tierra, como la Religión la une al Cielo...y no esperéis, no, revolucionarios armados con fusiles y bayonetas, que esos tiempos ya pasaron, observarlos en los prestamistas bancarios (nuestros bancos usureros en general), en nuestros gobiernos y oposiciones, en nuestra leyes y constituciones actuales, etc...AHÍ ESTÁ EL MAL REVOLUCIONARIO HOY.

(Continuará...)

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