28/9/12

Contrarrevolución


La contrarrevolución debe dirigirse a la creación de una vida nueva, donde el pasado y el porvenir se encuentren en lo eterno.


Será interior, profunda y orgánica, para fortificar las células aun sanas del organismo social, robusteciéndolas con plenitud de vida y haciendo rebasar esa vida a las células enfermas, hasta que el organismo, por su propia fuerza, lance el mal fuera de sí.

Las revoluciones se realizan por la fuerza, son el torrente avasallador que arrastra cuanto encuentra a su paso en su turbia corriente. La contrarrevolución debe ser, no obra de fuerza, sino de organización vital (como decía Maistre, no debe ser una revolución contraria, sino lo contrario a una revolución).
Las revoluciones se engendran generalmente por sentimientos negativos, su grito siempre es el “muera”, la aspiración de la negación, de la destrucción; si lanza un “viva” es siempre el mismo, “viva la Libertad”, pero viva mi libertad y muera la de los demás. La obra del revolucionario es y será siempre negativa, cuando no destructiva. La contrarrevolución ha de ser lo contrario: afirmativa, constructiva, vital y orgánica. Como dijo Berdiaeff: con la revolución, el organismo social sufre un colapso, queda infecto con el virus revolucionario,“no se puede liquidar el bolchevismo con una buena organización de divisiones de caballería, que por sí mismas solo pueden aumentar el caos; el bolchevismo solo puede ser vencido en primer lugar desde su interior, es decir, espiritualmente y únicamente después, por la política; quedando los sables cuando la propia integridad social corre un peligro inminente."

26/9/12

Fueros (II)


Yo bien sé Patria querida, que en la senda de la gloria, mas que lograr la victoria es fácil perder la vida; pero antes que envilecida, sucumbir a torpes mañas, jura contrastar las sañas de quien te persigue aleve, tumba abriéndote en la nieve que corona tus montañas.


Morir es mejor que humillarse a vil sentencia, arrastrando una existencia de oprobio y deshonor; suple al número el valor, vence a la fuerza el derecho, y si el río en cauce estrecho sus aguas al fin desborda...¡aumente su ira la sorda tempestad de nuestro pecho!

¿En las Españas nacimos y por sus fueros luchamos, para huir como los gamos porque el látigo sentimos? ¿Otras veces no vencimos? Pues mas vencerán ahora los que con fe redentora a mantenerlos se apresten, y con su grito contesten al de la Patria que llora. Llora, y no porque venza el vil interés su pecho; es que a herirla en su derecho, tirano poder comienza.

Miro pues tu aflicción, recordando tiempos mejores, y me arrancan tus clamores pedazos del corazón. Tu antiguo y noble pendón injuria el vil interés, mas vana la injuria es, si con bríos soberanos, quien supo alzarte en sus manos, sabe morir a tus pies.

Olóriz

25/9/12

Fueros


Ya pueblan las anchas calles, los hijos del Arga fieros, y al gritar ¡Vivan los Fueros!, ni un instante el alma duda, que si es trueno su voz ruda, rayos serán sus aceros.


¡Revive pues tu esperanza!, enjuaga ¡oh patria! tu lloro, que si a salvar su decoro nuestra protesta no alcanza, pueblo que a luchar se lanza cuando a sus leyes se atenta, no importa que su lucha cruenta provoque contraria suerte...¡que triunfa hasta de la muerte, quien no sucumbe a la afrenta!.

Olóriz

6/9/12

Legitimidad de origen y de ejercicio


El insaciable patrioterismo, que nunca se ve harto de pedir, y siempre juzga escaso cuanto se le otorga, exige siempre amplia libertad para el mal y el reconocimiento explícito de que la soberanía no es una merced que Dios concede a los Reyes, sino un derecho que el pueblo les presta. La soberanía por la Gracia de Dios, da paso a la soberanía "por la Constitución". El patrioterismo, se vio satisfecho por momentos, la autoridad soberana ya no venía de arriba, sino de abajo. Sus reyes se consideraban igualmente de los católicos, que de los enemigos de Dios y de los hombres: católicos para los católicos, liberales para los liberales: legítimos por Dios para aquéllos, legítimos por el pueblo para éstos.


Si alguien trata de reivindicar para el cetro la soberanía completa, ese alguien será considerado enemigo del Trono, y mas aun, como enemigo de la libertad ¿soberanía no compartida con los sarcasticamente llamados "representantes del pueblo"? Jamás.

Caerá el Trono, porque será justo que caiga, y todo hombre imparcial podrá decir: "Si era ilegítimo en su origen, ese Trono no se legitimó jamás por sus actos". Porque la legitimidad de origen, resulta del derecho puramente humano, y la de ejercicio resulta del derecho natural y divino.

Para ser legítimo el poder, debe apoyarse y descansar sobre otra cosa mas que sobre la ley humana, por respetable que ésta sea, y por fundamental que se la quiera suponer. Toda ley puramente humana está sujeta a cambios, y el derecho que confiere cesa de ser sagrado el día en que la misma ley cesa de ser verdaderamente útil, y de responder a las necesidades de la sociedad. El poder mas legítimo en su origen, el mas conforme con la ley fundamental que regula la transmisión de la autoridad, debe tener un carácter de legitimidad mas elevado, mas independiente de toda ley humana y de las vicisitudes de los tiempos. Ese carácter de legitimidad que aquel poder no recibe de nadie, pero que debe darse a sí mismo, resulta de la conformidad de sus actos con las prescripciones de la ley natural y divina. Este segundo carácter de legitimidad es muy superior al primero. Porque si interesa a la sociedad que el poder sea transmitido con regularidad, interésale todavía mas que con regularidad sea ejercido.

El derecho moderno ha constituido una legitimidad que no es tal, en cuanto se funda solo en la ley humana, que no es sino una simple legalidad. Por tanto hay que separar convenientemente legitimidad y legalidad: un soberano que posee legalmente la Corona de un reino, puede llegar a poseerla ilegitimamente. La Historia, siempre nos ha dado, da y dará lecciones sobre ello, aprendamos pues la lección.

¡Desgraciado poder aquél que no tiene mas título que su origen, desgraciados los pueblos que la Providencia, en su inescrutable justicia, ha entregado a tal poder hasta el día en que la misma Providencia se encargue de hacerlo pedazos!