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10/4/13
Tuya es la gloria Señor
En dos mundos que le diste
Fue tu nombre su blasón,
Y escribiolo en sus banderas
Y en sus armas lo esculpió.
Nuestra patria bien amada
Tuya siempre se mostró,
Y en sus pueblos y campiñas
Templos mil alzó en tu honor.
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Carlistas,
Poesía Sagrada
24/11/09
La verdadera poesía

El reinado de la poesía no puede concluir en tanto que el hombre exista; no puede acabar mientras la Humanidad peregrine en la tierra la viva aspiración del alma al supremo ideal de la belleza. Su esfera de acción podrá dilatarse, pero como todo lo que tiene por base al hombre mismo, la poesía, con él camina en el curso de las edades.
Los himnos sagrados y las teogonías y cosmogonías poéticas de la infancia de los pueblos; la epopeya de las heroicas edades en que ya las pasiones y caracteres, se desarrollan con claridad histórica.
Siendo Dios la historia y el corazón humano, los eternos manantiales de la poesía, todas las galas de la naturaleza, las mas nobles y cadenciosas combinaciones del lenguaje, ¿cómo no ha de tener importancia, y puesto, y voz en todos los estados de la sociedad? ¿Quién puede negar el influjo civilizador de los sublimes cantos de la Biblia? La verdadera poesía es la que se funda en la verdad de la naturaleza, de las ideas y de los sentimientos: la falsa poesía o la convencional, en las pasiones, en el cálculo y en todas las concupiscencias.
Antes que Dante, está Homero; antes que Homero, los cantores bíblicos.
La musa de Grecia y Roma, siempre corresponde a la índole peculiar de las gentes cuyas glorias canta o cuyas pasiones halaga; la exaltación heroica y el amor a la patria, los dos elementos mas elevados de aquellas edades; el idealismo de la forma y el goce de los placeres sensuales, son la fuente de inspiración de la poesía pagana, y de la poesía falsa y convencional.
Virgilio tenía un sentido moral mayor que el de las divinidades que retrataba, que no eran mas que las máquinas de su poema, y no como en Homero los tipos sagrados de su creencia. Pero Virgilio era un poeta esencialmente pagano, y de los que mas alta elevaron la idealización de la materia. Era un verdadero poeta, de aquéllos en los que en las civilizaciones adelantadas reflejan la grandeza de un pueblo, ensalzan su gloria y sus virtudes, y, asimilándose los progresos del pensamiento, contribuyen a difundirlos en elegantes versos.
La poesía pagana encierra ciertamente bellezas inmortales, mas era forzosa la aparición del cristianismo para acrisolar la fuente del sentimiento y levantar la imaginación al idealismo del espíritu.
La poesía en la Edad Espléndida se empapa del orientalismo de las Cruzadas y de la invasión musulmana. El espíritu humano, después de mil penosas evoluciones, llegó al último de sus desenvolvimientos, cuando libre de los vicios y errores que le esclavizan en la tierra, dueño de sí mismo, sacia su sed en las fuentes del amor celestial, y abre sus alas a los resplandores de la verdad divina. Dante es el vértice en torno del cual pasan los hombres y las generaciones, se mueven los astros y giran las esferas. La genuina inspiración poética, es aquélla que se funda en la verdad eterna del corazón humano y en la verdad social de la época en que el poeta escribe.
El mas profundo y general conocimiento del griego y del latín, purificó y engrandeció las modernas lenguas, pero el entusiasmo que volvieron a despertar los modelos de Grecia y Roma, contribuyó a desnaturalizar la verdadera poesía, apartándola del propio caudal, para volver a reflejar tipos, ideas y creencias de civilizaciones que pasaron para siempre. Esto es, la que nos quieren dar como nueva los materialistas, los racionalistas, y los idealistas vergonzantes panteístas. La poesía que no cree, siente o piensa, no es poesía; y solo aquello que tiene por fundamento al Hombre-Dios y por cuadro la naturaleza, podrá ser objeto de imitación bien entendida para los modernos.
Los himnos sagrados y las teogonías y cosmogonías poéticas de la infancia de los pueblos; la epopeya de las heroicas edades en que ya las pasiones y caracteres, se desarrollan con claridad histórica.
Siendo Dios la historia y el corazón humano, los eternos manantiales de la poesía, todas las galas de la naturaleza, las mas nobles y cadenciosas combinaciones del lenguaje, ¿cómo no ha de tener importancia, y puesto, y voz en todos los estados de la sociedad? ¿Quién puede negar el influjo civilizador de los sublimes cantos de la Biblia? La verdadera poesía es la que se funda en la verdad de la naturaleza, de las ideas y de los sentimientos: la falsa poesía o la convencional, en las pasiones, en el cálculo y en todas las concupiscencias.
Antes que Dante, está Homero; antes que Homero, los cantores bíblicos.
La musa de Grecia y Roma, siempre corresponde a la índole peculiar de las gentes cuyas glorias canta o cuyas pasiones halaga; la exaltación heroica y el amor a la patria, los dos elementos mas elevados de aquellas edades; el idealismo de la forma y el goce de los placeres sensuales, son la fuente de inspiración de la poesía pagana, y de la poesía falsa y convencional.
Virgilio tenía un sentido moral mayor que el de las divinidades que retrataba, que no eran mas que las máquinas de su poema, y no como en Homero los tipos sagrados de su creencia. Pero Virgilio era un poeta esencialmente pagano, y de los que mas alta elevaron la idealización de la materia. Era un verdadero poeta, de aquéllos en los que en las civilizaciones adelantadas reflejan la grandeza de un pueblo, ensalzan su gloria y sus virtudes, y, asimilándose los progresos del pensamiento, contribuyen a difundirlos en elegantes versos.
La poesía pagana encierra ciertamente bellezas inmortales, mas era forzosa la aparición del cristianismo para acrisolar la fuente del sentimiento y levantar la imaginación al idealismo del espíritu.
La poesía en la Edad Espléndida se empapa del orientalismo de las Cruzadas y de la invasión musulmana. El espíritu humano, después de mil penosas evoluciones, llegó al último de sus desenvolvimientos, cuando libre de los vicios y errores que le esclavizan en la tierra, dueño de sí mismo, sacia su sed en las fuentes del amor celestial, y abre sus alas a los resplandores de la verdad divina. Dante es el vértice en torno del cual pasan los hombres y las generaciones, se mueven los astros y giran las esferas. La genuina inspiración poética, es aquélla que se funda en la verdad eterna del corazón humano y en la verdad social de la época en que el poeta escribe.
El mas profundo y general conocimiento del griego y del latín, purificó y engrandeció las modernas lenguas, pero el entusiasmo que volvieron a despertar los modelos de Grecia y Roma, contribuyó a desnaturalizar la verdadera poesía, apartándola del propio caudal, para volver a reflejar tipos, ideas y creencias de civilizaciones que pasaron para siempre. Esto es, la que nos quieren dar como nueva los materialistas, los racionalistas, y los idealistas vergonzantes panteístas. La poesía que no cree, siente o piensa, no es poesía; y solo aquello que tiene por fundamento al Hombre-Dios y por cuadro la naturaleza, podrá ser objeto de imitación bien entendida para los modernos.
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Poesía Sagrada
26/6/09
La poesía sagrada



La Poesía Sagrada, cultivada durante nuestro Siglo de Oro, aunque ya sea por el carácter humilde y la excesiva modestia de sus autores, ya por la incuria de los que las publicaban sin reunirlas en colecciones, ya por el espíritu poco religioso que dominó generalmente en la literatura del último siglo, son harto escasas las riqueza poéticas que de este género nos quedan, y pocos los poestas religiosos que se han salvado del olvido. Entre ellos brilla en primera línea fray Luis de León, quien conócese haber nacido para esta clase de composiciones. Siempre que pulsa la lira para objetos sagrados, dice Gil de Zárate, un dulce éxtasis le eleva a los campos de la contemplación y prorrumpe en exclamaciones que salen del fondo de su alma, o bien pinta la mansión celeste descrbiéndola con expresiones místicas que, unidas a la suavidad de la versificación, producen un encanto inexplicable, no pareciendo sino que se escucha, la dulce armonía de los ángeles.
San Juan de la Cruz, fray Pedro Malón de Chaide, el Padre José de Sigüenza y otros autores profanos como Lope de Vega, Calderón, Jáuregui, Montalván, Vélez de Guevara, Rojas, Francisco Ballester, etc…dedicáronse con mas o menos ahínco a esta poesía, y a fines del S. XVI publicose ya una colección de romances místicos, con el título de Avisos para la muerte, compuestos a competencia por varios ingenios de aquel tiempo y aumentada después por otros del siguiente. En muchas de sus composiciones se advierte ya la sutileza mas que la verdadera efusión que ellas respiran, está ya muy distante de las sublimes inspiraciones de León y de San Juan de la Cruz.
En este género, no podía menos de encontrar ancho campo el alma ardiente y apasionada de Santa Teresa; bajo su pluma, la poesía religiosa toma los acentos de fogoso arrebato, de encendido amor, de florida armonía que la ditinguen en los países meridionales; y menos sujeta Teresa que otros autores a la imitación de los libros sagrados, muéstrase mas original, mas tierna, mas risueña. Sus mejores poesías, son los versos al amor de Dios, y un soneto a Cristo crucificado, que dice así:
No me mueve, mi Dios, para quererte
El cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por esto de ofenderte.
Tú me mueves, mi Dios; muéveme al verte
Clavado en esa cruz y escarnecido;
Muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
Muévenme las angustias de tu muerte.
Muévenme, en fin, tu amor de tal manera,
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera:
Porque si cuanto espero no esperara
Lo mismo que te quiero te quisiera.
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