4/11/09

El arzobispo humilde y edificante


Decíase entre los palaciegos de Fernando el Católico, que el Cardenal Cisneros había gastado extraordinarias sumas en la construcción de la Uiversidad de Alcalá, y haciendo un juego de palabras, añadían que nunca la iglesia de Toledo había tenido un arzobispo mas edificante.

Lo cierto es que don Fernando se llegó a impresionar por las críticas de sus palaciegos. Habiendo ido a descansar a Alcalá de Henares, le visitó Cisneros para invitarle a ver los edificios.

- Sí iré -le respondió- a visitar vuestros colegios y a censurar vuestras fábricas.

Efectivamente; fue aquel mismo día, después de comer. A la puerta de la Universidad Complutense le esperaban Cisneros, el rector y todos los doctores, con los cuales recorrió los magníficos edificios. Y al terminar la visita, le dijo al Cardenal:
- Vine con ánimo de censurar vuestras fábricas, pero ahora no puedo menos de admirarlas.

A lo que contestó Cisneros:
- Señor, mientras vos ganáis reinos y formáis capitanes, yo trabajo por formaros hombres que honren a España y sirvan a la Iglesia.

Ése era "fray", un monje humilde, modesto, que jamás se consideró merecedor de la menor merced. Fue nuestra gran Reina Isabel, la que pidió secretamente al Papa que expidiese una bula nombrándole arzobispo de Toledo.

Era Cisneros confesor de la Reina, y un día ésta lo llamó para hacerle entrega de un documento. Llegó el monje e Isabel le entregó el papel, en cuyo exterior aparecían estas palabras:
A nuestro venerable hermano Fray Francisco Jiménez de Cisneros, nombrado Arzobispo de Toledo.

Al leerlas el anciano se puso pálido, dejó el papel sobre la mesa y exclamó:
- ¡Señora, esta bula no se dirige a mi!.

E inmediatamente se dispuso a salir de la regia estancia.
- Al menos, padre mío, -repuso la Reina- me permitiréis que yo vea lo que el Papa os escribe.

Pero ya Cisneros había abandonado la habitación. La Reina ordenó que fuesen en su seguimiento y lo encontraron a 15 km. de Madrid.
- ¿Qué me queréis? -les dijo a los que le buscaban-. Yo no sirvo para ese cargo; la Religión saldrá mejor servida si recae en otra persona mas digna.

Tuvo el Papa que expedir una segunda bula invocando su autoridad pontificia y obligándole a aceptar el arzobispado. Solo entonces aceptó.

Sirvan estas líneas para honrar su memoria: España clama a gritos el resurgir del gran Cisneros.

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