27/11/09

El Patriotismo Verdadero


La discusión de la autoridad es el genio propio de la Revolución, o mejor dicho, la Revolución misma, que anda por el mundo sembrando la disensión en los dominios de toda autoridad respetada por los hombres y consolidada por los siglos. Cuando la autoridad de Dios, haya llegado a ser discutible, la Revolución estará consumada, y ya no existirá autoridad alguna: LAS PASIONES HEREDARÁN EL MANDO CON TODA LA CLASE DE CRÍMENES Y VIOLACIONES.

La sencilla cordialidad, el acuerdo perfecto entre la autoridad y la obediencia, están basados en un secreto eficacísimo, y este secreto no es el miedo ni el servilismo, sino el amor; el amor, que hace amar el precepto, porque hace amar al que lo da. EN ESTO CONSISTE EL ARTE SUPREMO DE GOBERNAR A LAS GENTES. Lo que importa a la estabilidad de las sociedades y a la ventura de los pueblos, no es el fundar poderes tiránicos, como los que fundan todas las revoluciones, sino poderes amables como los que funda el CATOLICISMO: hacer amar su autoridad y hacerse amar a sí mismos gobernando con justicia y verdad: éste es el gran secreto que tienen que hallar los que aspiran y rigen el destino de las naciones.

LA DIFICULTAD DE HACERSE AMAR QUE TIENEN TODOS LOS HIJOS DE LA REVOLUCIÓN, DISMINUYE EL GOZO DE HACERSE OBEDECER POR EL TERROR.

La principal guardia de honor y de seguridad para las potestades que duran y hacen la felicidad de las naciones, es la guardia real del amor y de la felicidad verdadera: no la que prometen los nuevos civilizados.

La primera cosa necesaria a los hombres para ser fuerza y custodia de la patria, es, estar adheridos a ella con vínculo vivo: LO QUE CONSTITUYE LA MAYOR FUERZA DE LA SOCIEDAD, ES EL AMOR SINCERO DE LA PATRIA, ES EL PATRIOTISMO VERDADERO: NO EL QUE PREDICAN Y PRACTICAN LOS PATRIOTEROS O BARRIQUEROS. ¡¡La patria!! esta palabra tiene tal encanto para todo corazón bien nacido, que en cuanto se la oye resonar despiértanse en todas las profundidades del alma, ecos que repiten a un mismo tiempo: ¡la patria, la patria!.

El amor de la patria, como cualquier otro amor, no es fuerte sino a condición de tener su centro; Dios, que todo lo hace con fuerza y suavidad, ha sabido armonizar suave y fuertemente todos los amores de nuestros corazones, a la manera que ha armonizado las atracciones de los mundos: ASÍ COMO HAY UN LEGÍTIMO AMOR DE SÍ, QUE SE DIFUNDE EN EL AMOR DE LA FAMILIA, ASÍ TAMBIÉN EL AMOR DE LA FAMILIA SE DIFUNDE EN EL AMOR DE LA PATRIA, Y EL AMOR DE LA PATRIA EN EL AMOR DE LA HUMANIDAD: CADENA MAGNÍFICA QUE DESCENDIENDO DEL SENO DE DIOS POR LA CREACIÓN, FORTIFICA TODOS NUESTROS AMORES, UNIÉNDOLOS ENTRE SÍ Y REFIRIÉNDOLOS A ÉL COMO A SU CENTRO COMÚN.

Mucho se engañan los que imaginan un patriotismo que ha de brotar de entre las ruinas de la familia: que es lo legítimo y santo. Su falso patriotismo está consagrado por instinto a la destrucción, porque todo patriotismo que no ha surgido en el corazón del hombre de las fuentes de la paternidad, es falso, exagerado, violento, fanático, y las mas veces cruel como es el de los patrioteros. ¡Ah! ¡conocemos muy bien ese género de patria que se pretende levantar sobre los escombros de la familia, de la propiedad y de la Religión; es aquella lúgubre divinidad que tiene por sacerdote al verdugo, por altar al cadalso, por adoración al terror y por sacrificio la matanza!.

EL HOMBRE SIN HOGAR es casi siempre un hombre violador, anarquista, ateo por principios; cosmopolita, perturbador de la sociedad, revolucionario por excelencia, sin amor alguno a nada mas que las pasiones desbordadas que le dominan y lo mecen con los arrullos del placer que proporciona la materia, con el oro, que es su bello ideal y su sueño dorado.

El HOMBRE CON HOGAR está unido con los vínculos poderosos a la sociedad que le protege; está ligado por sus padres, por su mujer, por sus hijos; está ligado por su presente, por su pasado, por su porvenir: está ligado por sus sepulcros, por sus cunas, por sus altares; por su familia entera. De pie entre sus sepulcros tan sagrados y sus cunas tan amadas, entre el hogar en que amó a su padre y el altar en que adora a Dios, espera con el arma al brazo, con el denuedo en el corazón y con la noble altivez en el rostro, a toda barbarie que amanece, a la barbarie de fuera, que con la fuerza brutal camina a embestir a la civilización y a la barbarie de adentro, cuando sale de las entrañas mismas de la civilización, y pronta a devorar a su madre.
SI SUCUMBE EN LA LUCHA, TENDIDO EN EL UMBRAL DE SU HOGAR, MUERE SATISFECHO DE QUE SU CADÁVER MISMO SEA TODAVÍA UN POSTRER BALUARTE PARA LA PATRIA; Y SOBRE LAS RUINAS AMONTONADAS POR LOS BÁRBAROS, ESCRIBE CON SU PROPIA SANGRE DERRAMADA ESTA VERDAD: "LA FAMILIA, FUENTE Y MODELO DE LA SOCIEDAD, ES TODAVÍA MAS QUE ESTO, SU FUERZA, EL MAS FIRME BALUARTE DE LA PATRIA."

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