26/10/09

Al pie de la brecha


El segundo sitio de Zaragoza duró 172 días. ¡Imposible resistir!. La ciudad fue incendiada, volada la Universidad, robado y saqueado el tesoro del Pilar; no había alimentos ni medicamentos, ni armas...¡no había mas que coraje y dolor!.

Cuando se estaban fijando las condiciones de la capitulación, el francés Lannes dijo:
- Se respetarán las mujeres y los niños, con lo que el asunto queda concluído.
- ¡Cómo concluído! -contestó el bravo José María Ric- ¡Ni empezado! porque eso equivaldría a entregarnos sin condiciones, y antes de eso Zaragoza continuará defendiéndose, porque aun tiene armas, municiones y, sobre todo, ¡puños!.

El pueblo zaragozano, vencido pero no humillado, impuso sus condiciones al vencedor. Si su comportamiento fue heroico, no lo fue menos el de Gerona, gobernada por don Mariano Álvarez de Castro.

Los revolucionarios-napoleónicos se ensañaron con la ciudad. En ella no había qué comer; los sitiados se defendían como espartanos. Enviaron los sitiadores un parlamentario para intimar a Álvarez de Castro a la rendición, a lo que él contestó:
- ¡Váyase Usted! No quiero entenderme con los enemigos de mi patria mas que a cañonazos, y en lo sucesivo recibiré con la metralla a todos los emisarios que vengan.

Los franceses arreciaron.

Álvarez de Castro llamó a un oficial y le mandó hacer una salida por el oeste para tantear la situación:
- Y si soy rechazado, ¿a dónde me retiraré, mi general? -le preguntó.
- ¡Al cementerio! -le respondió.

Días terribles pasaron; no había en la ciudad caballo, jumento ni perro que comer. Un derrotista le dijo al heroico defensor que la gente caía desfallecida por las calles y que no había mas remedio que capitular:
- ¡Cómo! -le increpó Álvarez de Castro- ¿Usted solo es aquí cobarde? cuando ya no haya víveres nos comeremos a Usted, y después resolveré lo que mas convenga (que crack).

Cayó enfermo Álvarez de Castro, se lo llevaron los franceses al castillo de Figueras y allí lo asesinaron.

Eran otros tiempos, la gente era de otra pasta y palabras como "honor" y "valor" tenían un alto y sacro significado. Igualito que ahora.

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