26/4/09

La Poesía popular castellana y el romancero




Hubo de existir desde los primitivos tiempos de la Reconquista entre los cristianos refugiados en las sierras de la Península y apenas se estableció la monarquía asturiana, apenas nació de un latín corrompido la lengua rústica origen de la castellana, desde aquel tiempo hubieron de existir poetas cuya voz fuese escuchada del pueblo. Sin embargo, esta poesía y estos poetas eran muy distintos de la poesía erudita y de los poetas letrados como Gonzalo de Berceo, Juan Lorenzo Segura (clérigo de Astorga), Alfonso X, el infante Don Juan Manuel, Juan Ruiz de Guadalajara (arcipreste de Hita), Juan de MENA, etc…; aquéllos, ignorantes de cuanto se había escrito en la antigüedad, ajenos tal vez a toda especie de cultura, confundidos entre el pueblo, componían solo para el vulgo, conservando y repitiendo de memoria sus toscas composiciones porque ni la escritura les sería conocida; y sus oyentes transmitiéronlos del propio modo a sus hijos y éstos a los suyos, variando el texto primitivo de unos en otros, ya por defecto de la memoria, ya por las alteraciones que sufrió el lenguaje, ya por deseo de mejorarlo. Al infundado y pedantesco desprecio con que desde muy antiguo miraron nuestros poetas letrados las sencillas relaciones populares, acháquese la falta de documentos y datos necesarios para seguir los pasos e historia de las últimas. Mas en cuanto puede deducirse de los monumentos que nos quedan, esta literatura para el uso del pueblo debió dividirse en tres distinatas categorías:

1. Lo que se solía llamar fablas, es decir, narraciones sencillas, por lo general en prosa, en las que se contaba algún suceso, ora verdadero, ora fabuloso, sirviendo para pasar alegremente los momentos de ocio, tanto en el hogar doméstico de las clases bajas, cuanto en los castillos de los señores y aun en los palacios.



2. Los cantares, destinados a ponerse en música, que se cantaban en las fiestas particulares y públicas. Estas composiciones cortas no eran solo producto de hombres del pueblo, sino que gentes cultivadas y altos personajes las hacían: llamáronse después trovas, y de este género de poesía, en la que se empleaban los metros mas artificiosos que podían encontrarse y en la que parecía agotarse el ingenio, nació poco a poco en Castilla, el trovar y la gaya ciencia que tan en auge estuvo en aquellos lares durante el S. XV.



3. Los cantares de gesta, que eran el género de poesía mas plebeyo y despreciado, compuesto por los juglares y cantado por ellos en las calles y plazas para recreo del vulgo. La música era una especie de recitado o canto monótono que reproducía las mismas entonaciones desde principio a fin. Ellos han debido ser el verdadero origen de los romances, que creció junto a la lengua vulgar llamada del mismo modo: poesía esencialmente narrativa e histórica, que contaban hechos notables y hombres célebres, a veces desfigurados. Compuestos y recitados por los juglares, clase mal vista y hasta infamada por las leyes.
No se contaba a los romances entre los géneros de poesía y si algún culto ingenio descendía a la composición de tales cantares, lo ocultaba como acción fea. Robustecida y perfeccionada la lengua, al fin llamó la atención y los mejores ingenios, primero por solaz y pasatiempo, después con mas aplicación y esmero, escribían romances o efundían los antiguos y los entregaban a los ciegos sucesores de los juglares. Entonces ya se empezaron a formar colecciones de ellos o romanceros, así como se hacían cancioneros o coleciones de trovas y demás clases de poesía. Conviene decir respecto del metro usado en los romances, que si bien por último se adoptó definitivamente el octosílabo como el mas natural, es casi seguro que en un principio no habría regla alguna fija y segura, sino que al contrario, sin cuidarse los poetas del mayor o menor número de sílabas, pondrían por versos renglones mas o menos largos que sólo se diferenciaban entre si por el imperfecto consonante que los terminaba.

En los amtiguos romances vemos también ejemplos de asonantes y a menudo se añadía una /e/ a la terminación, para que pudiesen entrar en la asonancia otras terminaciones mas difíaciles. Con este motivo se observa en el poema del Cid, que aparece escrito en versos largos de incierta medida, que algunos han creido informe remedo de los metros latinos con imperfectos consonantes, no es mas que un romance escrito como lo estarían los primitivos, poniéndose en el mismo renglón el verso libre y el asonantado:

Tu eres Rey de los Reyes
E de todo el mundo padre;
Alí adoro é creo
De toda voluntade,
E ruego a San Piedro
Que me ayude á rogare
Por mio Cid el Campeador
Que Dios le curie de male (…)

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