10/3/10

Los Francmasones en el CVII (2ª parte)




Los masones ya lo habían proclamado abiertamente:”El objetivo ya no es destruir a la Iglesia sino más bien utilizarla por medio de la infiltración (y destruirla desde dentro).”

De hecho uno de sus portavoces, el ex canónigo francés Roca, apóstata satánico de la peor especie, había profetizado ya a finales del siglo XIX:El culto sagrado en la forma ordenada por la Liturgia, el ceremonial, el Ritual (se refiere a la Misa Tridentina en latín) y las disposiciones de la Iglesia Romana pronto sufrirán una transformación en un Concilio ecuménico que le restaurará la venerable sencillez de la edad de oro de los Apóstoles, acorde con los dictados de la conciencia y de la civilización moderna.”
(Y pensar que la primera de las normas generales propuestas para la reforma litúrgica del Vaticano II era que: “los ritos deberán caracterizarse por una noble sencillez”) dicha reforma litúrgica fue obra del arzobispo Bugnini, a quien por fin se había desenmascarado; “es verdaderamente lo que hace tiempo sospechábamos: un francmasón”.

Monseñor Lefevbre comentaba, en marzo de 1976
:”Ahora, cuando oímos en Roma que el que fue alma y corazón de la reforma litúrgica pertenece a la francmasonería, podemos pensar que no es el único. El velo que cubrió el mayor engaño que jamás haya mistificado al clero y cofundido a los fieles, está comenzando a rasgarse.”

(Documentos de la Alta Vendita de los Carbonarios; publicados por el irlandés Mons. Dillon en 1885) Chapter: Permanent Instruction of the Alta vendita: “Nuestro objetivo final es el de Voltaire y el de la Revolución Francesa: la destrucción, para siempre, del Catolicismo e incluso de la noción de lo cristiano…”

Buscaban, para ello, “un papa acorde con nuestros deseos”, no forzosamente uno malo (de hecho, “uno bueno” les convendría más); más bien uno a quien pudieran instrumentar. La tarea que emprendemos no es obra de un día, ni de un mes ni de un año. Puede durar muchos años, un siglo tal vez, pero en nuestras filas el soldado (masón) muere y la lucha continúa”.

La hora de la Alta Vendita habrá llegado cuando sus agentes “hayan invadido todas las funciones. Gobernarán, administrarán y juzgarán. Elegirán el pontífice que debe reinar; y ese pontífice, como la mayoría de sus contemporáneos, estará necesariamente imbuido de los principios humanitarios que pondremos en circulación.
Dejad que el clero marche tras nuestra bandera creyendo siempre que marcha tras la bandera de las Llaves Apostólicas.Echad vuestras redes como Simón Pedro; tendedlas en el fondo de las sacristías, de los seminarios y de los conventos y obtendréis una redada de “peces” aun más milagrosa que la suya. Habréis pescado una revolución con tiara y capa pluvial, que marchará con la cruz y nuestra bandera, una revolución que sólo necesita un pequeño estímulo para incendiar el mundo”.




Documento que se publicó por orden de SS León XIII, precisamente con la esperanza de impedir la concreción de tales siniestros planes.

Nótese igualmente que no se trataba de colocar a uno de los suyos en el trono papal,
sino asegurarse la elección de un papa idealista, inspirado por ideales humanitarios, al cual pudieran manipular. El clero no resistiría las órdenes que le llegaran desde el Vaticano, por más penosas que parecieren, precisamente porque consideraría que obedeciéndolas marchaba “tras la bandera de las Llaves Apostólicas”.

Así pues, las sociedades secretas que planeaban destruir a la Iglesia “reformándola desde dentro” no buscaban sólo una nueva misa, como explicaba monseñor Graber. Todo debía ser “nuevo”: “nueva” religión, “nuevo” dogma, “nuevo” sacerdocio, aboliéndose toda sotana y hasta llegando a admitir el matrimonio.

¿Qué alcance tuvo la influencia de las sociedades secretas en el Vaticano II? El obispo Graber cree que fue apreciable, aunque no pueda, por supuesto, aportar pruebas explícitas; él demuestra que las orientaciones actuales de la Iglesia concuerdan muy estrechamente con las que pretendía la estrategia de las sociedades secretas. En cualquier caso, cierto o no, el resultado práctico final de las orientaciones posconciliares viene a coincidir con el mismo objetivo de las sociedades secretas.


Pablo VI nos aseguraba que la presente destrucción de la Iglesia es una autodestrucción; San Pío X advirtió que ésa era la intención de los modernistas (estrategia de las sociedades secretas). De hecho, el patético estado al que han reducido la Liturgia romana, brinda un testimonio desgarrador de la eficacia con que estos enemigos perniciosos realizan su tarea. Von Hildebrand en su libro The Devastated Vineyard, afirmó que si a un diablo “se le hubiere encomendado la ruina de la Liturgia no hubiera podido hacerlo mejor."




Fuente: del libro "El Concilio del papa Juan".

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