Como no todos conocen dicho sistema, explicaremos brevemente los dos principios fundamentales en que descansa, a saber: la monarquía tradicional y la federación regionalista. Somos los partidarios de la monarquía pura, es decir, del poder supremo o soberanía de uno solo, poder indivisible, aunque delegable, poder de donde emanan y se juntan en uno los poderes legislativo, ejecutivo y judicial; poder, no absoluto y despótico que tenga derecho a convertir en fuente de la ley la caprichosa voluntad del príncipe, sino templado o limitado por los preceptos divinos y la conciencia cristiana, por las leyes fundamentales del reino, las Cortes verdaderamente representativas de las villas, ciudades, brazos y clases sociales todas; los fueros franquicios y privilegios de los pueblos; poder responsable ante Dios, ante los hombres y ante la historia; poder sagrado porque los ungidos del Señor, son sus vicegerentes o vicarios en la tierra para los asuntos temporales; poder el mas antiguo y natural que se ha ejercido y se ejerce en el mundo: DIOS EN EL UNIVERSO, EL PAPA EN LA IGLESIA, EL REY EN LA NACIÓN, EL PADRE EN LA FAMILIA; poder, no personal ni transitorio, pues el verdadero monarca no firma Jaime o Fernando, sino “YO, EL REY”, sin que la muerte arrebate nunca a la nación este principio tutelar, pues apenas fallece el monarca se grita juntamente: “EL REY HA MUERTO, ¡VIVA EL REY!”; poder consustancial casi a la nación española, que durante catorce siglos viene siendo gobernada por reyes; PODER, EN SUMA, TRADICIONAL, Y COMO LO HAN EJERCIDO SIEMPRE EN ESPAÑA LOS REYES VERDADERAMENTE CATÓLICOS Y PATRIOTAS, identificados con las creencias; las leyes, los buenos usos y costumbres de nuestro glorioso país. Ésta es la monarquía que nosotros queremos y en defensa de la cual venimos a romper lanzas en la arena.
Y llamamos federal a esta monarquía, porque todo lo dicho, lejos de ser incompatible con la autonomía municipal y regional, con los fueros, franquicias y privilegios de los pueblos, villas, ciudades y antiguos reinos, con la descentralización administrativa y diferentes leyes y costumbres que tradicionalmente hacen la felicidad de las regiones españolas, armoniza tan perfectamente con esta federación por que suspiramos, que tenemos la convicción íntima de que las regiones españolas no serán verdaderamente libres hasta que se restablezca en España en toda su histórica pureza, la monarquía tradicional.
¿Queremos de esta manera convertir en girones el manto real e inconsutil de la Patria? De ninguna manera; la autonomía administrativa y la diferente legislación civil, en consonancia perfecta con la distinta historia, dialecto y costumbres de los antiguos reinos, fomentaría la riqueza pública y el bienestar material y moral de las regiones, tanto que los pueblos confederados y unidos en lo militar y político por el poder central, amarían de veras la Patria, mirarían como propios el poderío y las glorias de la nación, y las diferentes patrias chicas estarían dispuestas siempre, por la independencia y esplendor de la Patria grande, a hacer sacrificios y a imponerse privaciones que hoy eluden por odio al poder central (y sus satélites autonómicos) avasallador y tiránico.
A esto se reduce nuestro pensamiento y tales son nuestras aspiraciones.