...mas del Magnánimo: cuando éste, vencedor de Italia, regresaba a su reino, tuvo a bien pasar por Marsella, que pertencía al duque de Anjou, su gran enemigo.
Las señoras de Marsella, asustadas ante la presencia de los aragoneses, recogieron sus joyas y se metieron en las iglesias, con la esperanza de que el rey aragonés respetaría el sagrado asilo.
Estando Alfonso V en la ciudad, dichas señoras le mandaron recado, diciéndole que le entregarían todas las joyas a condición de que las dejara salir de Marsella sin hacerles daño.
- ¡Que salgan a donde quieran y que se lleven sus joyas -contestó Alfonso- y que sepan que yo lucho a lo Rey y no hago la guerra a lo bandido!.
Y en vista de que su enemigo el duque no aparecía por Marsella, se encogió de hombros despectivamente y regresó a España.
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