24/8/09

Honor a los valientes


En la batalla de Ceriñola se encontraron frente a frente las tropas de El Gran Capitán y las del duque de Nemours. La batalla tuvo lugar en un anochecer; en ella apareció una buena parte de la nobleza francesa. A la mañana siguiente nuestras tropas reconocieron el terreno, y en un montón de cadáveres vieron uno que llevaba riquísimos anillos.

Se acercó El Gran Capitán y al mirarlo exclamó:
- ¡El duque de Nemours!

Efectivamente lo era. Don Gonzalo Fernández de Córdoba se arrodilló ante el cadaver y de sus ojos se desprendieron dos lágrimas:
- Era mi enemigo -les dijo a los que le contemplaban-; pero fue siempre un valiente.

E hizo que sus tropas rindieran honores al cadáver.

Algún tiempo después de esta derrota, se rehizo el ejército francés con el mariscal de La Tremuille a la cabeza y salió hacia los campos napolitanos. Al iniciar la partida dijo el mariscal:
- Daría yo 20.000 ducados por hallar a El Gran Capitán en el campo de Viterbo.
A lo que el embajador español Suárez de la Vega contestó intencionadamente:
- El duque de Nemours hubiera dado el doble por no encontrarle en el campo de Ceriñola.

No se encontraron los dos ejércitos en el campo de Viterbo, pero sí a orillas del río Garellano, donde los franceses volvieron a quedar completamente derrotados.

Fue justamente después de esta brillante victoria española, cuando los soldados empezaron a llamar Gran Capitán a su jefe Fernández de Córdoba.

PD: Esta historia, es la historia de hombres de verdad, de auténticos soldados cuya bandera no solo era la de España, sino la del valor, honor y heroísmo...virtudes hoy desaparecidas.

DEDICADO AL ANÓNIMO SOLDADO ESPAÑOL (el mejor del mundo; cuya sangre ha teñido de rojo las tierras y mares de medio Orbe)

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