"NI CARLISTE NAIZ, TA ESPANIE BABESTUCO DOT IL MARTE (SOY CARLISTA Y DEFENDERÉ A ESPAÑA HASTA LA MUERTE)".
Lilla, 31 de Marzo de 1875
A mis amigos de la frontera
Mi indignación y mi dolor han sido grandes, al saber que mis amigos y mis compañeros de armas han sido engañados y arrastrados a seguir el partido de la revolución, por personas que han recurrido a medios infames y viles, y que han abusado de mi nombre.
Desconocería odiosamente la benevolencia y amistad de que tantos católicos me han dado muestras; sería un miserable si pudiera consentirlo. No. Yo no quiero por nada en el mundo empañar mi honor de católico.
Yo induzco a todos mis amigos de España y de la frontera a que no ayuden a los traidores y a no manchar su honra tratando con los ambiciosos, de lo cual muy pronto se arrepentirían. ¡Les han engañado! ¡les han engañado!. Todo lo que por mi cuenta les han dicho es falso. ¡Yo, ir a combatir en las filas de mis adversarios! Jamás.
Espero que todos mis amigos querrán escucharme. Si, no obstante, impulsados por la pasión de la venganza, reniegan de su bandera, que con tanto valor y fidelidad habían defendido a mi lado, cesan de ser católicos, desde ese momento cesan de ser buenos vascongados, y, por lo tanto, cesan de ser amigos míos.
Sepan que he abandonado completamente la política, y que me preparo a celebrar el santo sacrificio de la misa.
Suponiéndome a las órdenes de Alfonso y de Cabrera, me han inferido un gran ultraje, han desconocido mis principios. Debo, pues, declarar, por mi honor y por el de todos mis amigos españoles y franceses, que he defendido siempre la bandera: Dios, Patria, Rey; que no la he abandonado jamás, y que jamás he tenido la menor complicidad con los enemigos de nuestra santa causa, representada por Don Carlos VII.
MANUEL SANTA CRUZ LOIDI
A mis amigos de la frontera
Mi indignación y mi dolor han sido grandes, al saber que mis amigos y mis compañeros de armas han sido engañados y arrastrados a seguir el partido de la revolución, por personas que han recurrido a medios infames y viles, y que han abusado de mi nombre.
Desconocería odiosamente la benevolencia y amistad de que tantos católicos me han dado muestras; sería un miserable si pudiera consentirlo. No. Yo no quiero por nada en el mundo empañar mi honor de católico.
Yo induzco a todos mis amigos de España y de la frontera a que no ayuden a los traidores y a no manchar su honra tratando con los ambiciosos, de lo cual muy pronto se arrepentirían. ¡Les han engañado! ¡les han engañado!. Todo lo que por mi cuenta les han dicho es falso. ¡Yo, ir a combatir en las filas de mis adversarios! Jamás.
Espero que todos mis amigos querrán escucharme. Si, no obstante, impulsados por la pasión de la venganza, reniegan de su bandera, que con tanto valor y fidelidad habían defendido a mi lado, cesan de ser católicos, desde ese momento cesan de ser buenos vascongados, y, por lo tanto, cesan de ser amigos míos.
Sepan que he abandonado completamente la política, y que me preparo a celebrar el santo sacrificio de la misa.
Suponiéndome a las órdenes de Alfonso y de Cabrera, me han inferido un gran ultraje, han desconocido mis principios. Debo, pues, declarar, por mi honor y por el de todos mis amigos españoles y franceses, que he defendido siempre la bandera: Dios, Patria, Rey; que no la he abandonado jamás, y que jamás he tenido la menor complicidad con los enemigos de nuestra santa causa, representada por Don Carlos VII.
MANUEL SANTA CRUZ LOIDI
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