10/7/09

¡El Rey ha muerto! ¡Viva el Rey!


Cuando atravesó por vez primera los Pirineos, una partida de 32 hombres armados con palos, le esperaba, una especie de "Partida de la Porra". Al poner Don Carlos el pie en tierra patria, sacó un revólver, disparó un tiro al aire y profirió con voz firme:

"En nombre del principio monárquico, del cual soy representante en España; en nombre de mi derecho hereditario, tomo posesión de este país: ¡guerra al extranjero que os gobierna y guerra a la Revolución! ¡adelante por Dios, por la Patria y por el Rey!"

Los 32 hombres gritaron entonces: "¡Viva nuestro Rey y señor Don Carlos VII!"

Y la monarquía fue hecha.


Carta del Obispo de Urgel a Don Carlos, con motivo de la proclamación de Don Alfonso, llamado el XII

"Señor:


El manifiesto dirijido por Vuestra Majestad a los españoles, con motivo de la usurpación del Infante de España don Alfonso de Borbón, ha regocijado vivamente a todos los buenos españoles y, según creo, aterrado a todos los menguados.


Vino a confirmar mi convicción profunda, de que V.M. ha recibido de Muy Alto la misión de matar a la Revolución y de perseguir sus restos hasta Jerusalén.


Sea Dios bendito y glorificado, y acepte V.M. mil felicitaciones, como ministro privilegiado que es del Dios de los ejércitos.


Considero estas últimas y brillantes victorias, por las cuales hemos tributado gracias a Dios en nuestros templos, y que han sido saludadas por nuestros paisanos con frenéticas aclamaciones, como el premio de esta gran fe y de este gran valor que os valdrán el epíteto de Carlomanno.


Vengo, Señor, a poner a vuestras plantas mis calurosos respetos y felicitaciones. Si soy el último de vuestros prelados, soy también el mas fiel de vuestros súbditos.


Señor.


José, Obispo de Urgel"



NOTA DE LORD BEAUMONT A LA PRENSA INGLESA


"Habiéndome presentado al público inglés como representante de los intereses carlistas, creo deber consignar las razones que me han decidido a aceptar esta misión, y definirla claramente. (...) Hasta el presente, S.M. católica, o Don Carlos, no tenía en Inglaterra persona debidamente autorizada para hablar en su nombre, publicar la verdad sobre la guerra actual, y justificarla. (...) Tres meses he pasado en España, durante los cuales he visto diaramente cosas tan distintas de las que me había figurado, según informes puestos a nuestro alcance, que he considerado como un deber el publicar lo que he visto con mis propios ojos. Por lo mismo, cuando el Rey me habló de representarle, acepté la invitación.


Seríame imposible hacer resaltar bien la diferencia que media entre los principios afirmados por el carlismo y el alfonsino, sin una corta demostración retrospectiva. Permitidme pues, recordaros, que Fernando VII no halló inconveniente en cambiar el orden de sucesión establecido por la ley, convirtiéndose así en iniciador del régimen liberal. (...) El pésimo gobierno de estos leaders que hoy proclaman al hijo de Isabel II, como rey, desenvolvió rapidamente el comunismo en todas las grandes localidades; consecuencia: durante los 37 años del reinado, hubo 17 pronunciamientos y revoluciones.


Una monarquía constitucional, no consigue hacer feliz a un pueblo sino en tanto que el monarca, lleve a su gobierno un elemento serio y formal, o que el país tenga la dicha de poseer jefes de tal decencia y tal patriotismo, que el monarca pueda reinar sin gobernar.


La población de España cuenta con la nobleza provincial, que corresponde a nuestros country gentlemen, y cuyos miembros no quisieron ser cortesanos. La clase media se divide entre los dos príncipes; la población de las grandes ciudades es republicana, y en cuanto a los campesinos, cuyas cualidades físicas y morales provocaron los elogios de Ford y de todos los escritores ingleses que han visitado España, puede decirse que todos son carlistas.


Los carlistas, en menos de dos años, han formado de una partida de 32 hombres sin armas, un ejército de 80.000 voluntarios (...). Don Carlos es, tiempo ha, de facto Rey de Navarra, de las Provincias Vascongadas, de Cataluña, de Aragón y de Valencia, tan completamente, como cualquier soberano que gobierna sus dominios con tranquilidad. En la España carlista, el Rey es adorado y respetado por una población tan noble e inteligente, como la que mas de Europa. Todos los días acepta grandes sacrificios, y vierte su sangre por una causa que considera como la de Dios y la de su patria. ¿Tales hombres, irían a someterse buenamente, sin una lucha desesperada, feroz, a un ejército mandado por generales que proclaman exterminarlos, esta vez por completo?


Esa raza animosa de montañeses, piensa que Don Carlos es el protector natural de sus libertades y de su religión, y por eso le estima tanto. (...) La línea de la Ribera, frente al Ebro, no ha sufrido menoscabo, a pesar de la gran concentración de tropas liberales. Está defendida por esos mismo bravos montañeses. (...) En eso se diferencia un ejército, sobretodo en Madrid, formado por quintos casi imberbes y llevados a la fuerza para combatir a las órdenes de oficiales descontentos, de un ejército cuyos oficiales y soldados son voluntarios.


(...) Invoco a los hombres de Estado de todos matices, de un extremo a otro del Reino Unido, para el sostenimiento de Don Carlos, porque hay entablada realmente una lucha entre los defensores del orden social y los revolucionarios, o sea, el comunismo mal encubierto. Mas aun, hago un llamamiento a los cristianos de la Gran Bretaña y de la Irlanda, para que ayuden a Carlos VII, porque, en la presente lucha, va envuelta la existencia de la cristiandad en España.


Beaumont".



-El próximo 18 de Julio, Dios mediante, la auténtica España conmemorará el Centenario de la muerte de su Rey Carlos VII; unos en casa, otros en sus lugares de veraneo y unos pocos privilegiados en Trieste (ocasión que habría sido formidable para acercar posturas entre la S.P. de SAR Don Sixto y la Junta de Gobierno, acontecimiento que habrá que seguir esperando). Como siempre, pero ese día con mas fuerza si cabe, recordaremos a nuestro gran Rey de España, ¡Viva el Rey!.

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