(De Borafull)
Pedro, que de católico el renombre
Mereció: en Roma ungido,
Y el perdón de la Iglesia recibido,
De San Jorge de Alfama
Él orden funda; y estender su fama
Logra en la venturosa
Batalla de las Navas de Tolosa.
Jaime, el conquistador, su hijo le sigue,
Que a los moros persigue.
Quitáles a Mallorca
Murcia, Valencia, Ibiza y a Menorca:
En treinta lides los venció, y deshizo:
Sus tributarios a los reyes hizo
De Tremecén, de Túnez y Granada.
El cielo su ventura hace colmada,
Pues descendiendo a Barcelona dones,
Que tales no hizo a las demás naciones,
En sueños le aparece la gloriosa
De dilección hermosa
Madre, y del Verbo redentor del mundo,
Al tiempo que a Nolasco y a Raimundo;
Y a los tres, que reciben los favores,
De su orden fundan el de Redentores,
Con la cruz del Cabildo esclarecido,
Y barras de Wifredo distinguido.
Pedro tercero el Grande proclamado
Fue e el paterno reino y el condado.
Derrota los franceses,
Muerto entre el rechinar de los arneses
Filipo su monarca,
Ausiliadora de Narciso el Arca,
Que de moscas lanzó campo volante,
Cuando Gerona le creyó triunfante.
Ni de Neptuno calla
Ronca bocina la naval batalla,
En que después de su combate fiero,
El francés almirante prisionero,
Toma con unos hechos singulares
Posesión Cataluña de los mares.
El de Levante son soberbia armada,
Siendo terror del África su espada,
Surca Pedro; en Sicilia se corona;
Malta, Calabria, su esplendor pregona.
En Isabel de su consorcio fruto,
A la virtud dolcísimo tributo,
Patricia da de Barcelona al suelo,
Y Reina a Portugal, y Santa al cielo.
Nuevos países grande Rey adquiere,
Y gran soldado en la campaña muere.
De lid sangrienta vencedor, los daños
Tercero Alfonso, su hijo, en breves años,
Y días de honor llenos
Sentir hizo a franceses y agarenos.
En Sicilia reinaba
Jaime segundo cuando Alfonso acaba.
Sube al fraterno trono,
sirviéndole de abono
El justo y verdadero
Título, que alcanzó, de Justiciero.
Cuando en victorias su valor empeña,
a Córcega conquista y a Cerdeña.
Vencedor del murciano y granadino,
No solo es ya el Monarca tunecino,
Según el hado en sus reveses vario,
Sino el Imperio griego tributario.
Agregando a su patria
Los ducados de Atenas y Neopatria,
El catalán y aragonés valientes
A sus pies subyugando nuevas gentes,
Le dan el mando en Libia, Macedonia,
Tracia, Tesalia, Acaya y Licaonia,
Donde hacen que moneda el cuño forje,
Y en ella el busto del patrón san Jorge.
El estudio de Lérida erigido,
Y el orden de Montesa instituido.
…
Del quinto Alfonso celebró la gloria.
Se llamó Rey de Hungría, de Croacia,
Jerusalén, Sicilia, y de Dalmacia.
La Corona de Nápoles ceñida
En lid con los franceses adquirida,
Güelves recuperada,
Córcega con Cerceña asegurada,
De Marsella, además, dueño absoluto;
Y Génova en tributo,
En Italia y en África triunfante,
fue de la fama empleo el mas brillante.
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