22/9/10

Idiosincrasia del ser español








El español, ser caballeroso, de sentimientos nobles y modales corteses y galantes. De ello hacían votos los caballeros de la Banda. Llevaron nuestros soldados a Italia la cortesanía caballeresca; es notable la diferencia que había entre ellos y los soldados franceses, que dondequiera que entraban se entregaban al saqueo, como en Cápua el año 1501; en el mismo saco de Roma, en los desórdenes y abusos de Milán, en medio de los horrores de la guerra, no se complacían los nuestros en la lujuria ni en el escándalo, no se entregaban, como los franceses y alemanes al vino ni a comprar el favor de la mujer, muy al contrario, la conquistaban.


Fueron atrevidos, aventureros, batalladores, altivos; pero nobles, caballeros y generosos. Copiaron los italianos nuestras fórmulas sociales, nuestros saludos, y así dice Cantú que “las costumbres en la época del Galateo eran groseras, aunque ya comenzaban a modificarlas la etiqueta y las ceremonias españolas”. Y Boccalini añade: “En la forma, en lo exterior, todo es en los españoles gentileza, todo se resuelve en cumplidos”, y compara las palaras de los hispanos, por su finura, con las de una princesa.


Nuestros grandes capitanes trataban a sus soldados de “señores soldados” o de “amigos”. Gonzalo Fdez. De Córdoba tenía abierta la puerta hasta al último soldado y a la plebe italiana, cuando los barones napolitanos no se dignaban contestar a sus palabras ni a sus saludos. Era la cortesía caballeresca española, muy bien casada con la llaneza democrática (no confundir con la Democracia revolucionaria), propia de nuestra raza. Decía nuestro adversario Julio II que los españoles “eran mas pobres y mas soberbios que los franceses, pero mas valerosos, mas justos y mas ilustrados”.


Los españoles, guerreros todos, son iguales por la sangre y nacimiento. Nueva nobleza y distinción de clases nació, pero el amor por la independencia los unía a todos y la guerra los igualaba. Por eso ni en Francia ni en Italia hubo epopeya popular, porque ni en una ni en otra hubo verdadero pueblo, o sea, el conjunto de todas las clases sociales animadas de un solo espíritu nacional, formando una sola nación, y por eso en España no hubo Feudalismo propiamente dicho, a diferencia de Francia en la que trajo la división de clases sociales, apartando a los señores y a los vasallos sin libertad y manejados despoticamente. No hubo una guerra nacional como la de España, que libertase a los esclavos e hiciese iguales a todos. En Italia, los municipios a la romana se fueron convirtiendo en repúblicas independientes, a las cuales tampoco unió nunca guerra ni empresa nacional, siempre divididas entre sí y a merced de invasores extranjeros.


Así nació el pueblo español, formado de todas las clases sociales y gobernado por un solo señor, el rey, elegido por el pueblo, sometido a las leyes comunes y a las cortes formadas por todas las clases sociales. Por la Reconquista nació este pueblo, verdadero pueblo libre y unido por un solo espíritu nacional, al menos eso canta la epopeya o romancero.

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