28/2/14

El hombre tranquilo


Lejos de un mundo engañoso y ajeno a las tempestades que siempre roban al hombre el reposo, humilde pero animado, ante la Fe que le inspira y no importándole que las pasiones de su alrededor se agiten: él siempre despreciará las ficciones del mundo que envuelven dolor y llanto, y tranquilo, bajo el manto de la fe y la religión hablará de lo digno y lo santo.


Su mente traspasa las densas nubes buscando siempre sagrada inspiración, y es el mismo Dios quien la sustenta, pues cosa cierta es que ésta es nada sin la fe y la religión. Por ellas nace, vive, va a la guerra, y muere. Siempre gozoso y tranquilo.

26/2/14

Soy la fuente en la roca, el dique en la corriente


Ufánate generación moderna,


Ya cada entendimiento es un abismo,

Ya cada corazón una caverna.



¿Quiénes somos nosotros para detener y encauzar esas impetuosas corrientes, que hacen rodar a todos por el suelo en confuso tropel, saltando de tumbo en tumbo, y buscando a la luz de sus pasiones y de sus miserias una felicidad que solo existe en el Cielo, y que solo pueden ver y conquistar con la luz de la Fe? Esto no impide que nos consideremos obligados a oponer a este desbordamiento todas nuestras fuerzas, para que al arrollarlas y destruirlas siquiera pierda algo de su impetuosidad y violencia; y así, a fuerza de chocar y salvar diques, llegará el día en que otros hombres con mas bríos y facultades que nosotros puedan, no ya contener el torrente, sino convertirlo en manso arroyo.

Misión de cada generación es, dejar el terreno preparado para la siguiente…porque hoy soy yunque, pero mañana seré martillo.



Yo soy el eterno luchador que nunca

ha resultado en la contienda herido.

Si no fui vencedor, ¡aun es temprano!

Tampoco se dirá que fui vencido.



Me cruzaron los brazos en la liza…

A mi rival prestáronle terreno…

Agua pedí para calmar mis ansias

Y una copa me dieron de veneno.



Removiendo el escombro de mis dichas

El verme sin amparo no me aterra…

El luchador sus lágrimas reprime

Y se lanza con ímpetu a la guerra.



Yo soy como la fuente en la roca

Revienta en busca de la luz del día…

Y saltando los riscos a su paso

Pidiendo va la libertad que ansía.

20/2/14

Caballero del Ideal


Hay quienes tienen sus miradas puestas en la altura, y en ellas siempre se ve un mundo de esperanza. En su porte se delata la nobleza de su estirpe. Son paladines del enigma y peregrinos del misterio porque nadie sabe dónde van. Si quieres saberlo, alza la mirada:


Peregrinos de la vida que vagáis por el desierto,

Los que en busca de Jordanes encontráis solo un mar Muerto

Y vivís enamorados de una estrella celestial:

Si soñáis un mundo nuevo todo luz y redenciones,

Elevad los corazones

¡mas allá del sacrificio os espera el Ideal!

Ha limpiado y bruñido las armas de sus abuelos, para pelear con ellas. Le llaman loco. No tiene el caballero ninguna comunidad de espíritu con la gente que le rodea. ¡Qué amargura!, hasta su casa le pesa demasiado. Quiere hacer que reine la justicia en la tierra. Pero está solo, porque nadie le comprende y, por lo tanto, nadie le ama. Queda Don Quijote siempre vencido, pero con el ideal enhiesto.

Pasa la vida enamorado de un ideal impalpable, que sería un martirio eterno si no la alimentase la esperanza de sentir los besos de la gloria. Así pues, ¿qué sería de la humana existencia si un ideal sublime no la guía hacia un progreso eterno? Y ¡ay de aquél que en lo profundo del alma no adora a una encantada Dulcinea!. Porque Dulcinea es la Fe que al héroe alienta, la gloria por que muere el valeroso, la verdad que el filósofo rastrea. Siempre Dulcinea.





10/2/14

Hombres sin tiempo



La cobardía siempre busca aliados en la razón; y la razón no halló jamás en los hombres pasión mas sumisa que el miedo. Todas las pasiones se sublevan contra ella, menos el miedo, que parece un hijo sumiso de la razón. Es un ardid para someter a los pueblos o a las tropas acobardadas de antemano.


Por eso la obra de nuestra salvación es exclusiva de la audacia impelida por la voluntad de los hombres. De nada sirve tener una inteligencia de mayor calibre que el ánimo mismo, pues el peso específico de la razón, es un ancla poderosa; y ya lo decía Plauto: “en la adversidad, el recurso mas eficaz es tener buen ánimo”.

La inteligencia es un escudo; pero un escudo solo es defensivo y quien se defiende se considera de antemano vencido. Tampoco sirve de nada la quietud: que no se hable de luchar por nadie; nada de correr otra vez aventuras. Aquiétese don Quijote, que está ahora para sanar en las manos de la sobrina y el ama, y aconsejado del buen Sancho, para gozar de perpetua tranquilidad.

Hemos llegado a hacer de la quietud y del tiempo, un aliado. Se educa a los hombres con un precepto defensivo que encajó en todas las conciencias: “el tiempo y yo, para otros dos”. Baltasar Gracián fustigaba en su época ese concepto defensivo y mezquino de la vida, y lo combatía rudamente: “el sin tiempo y yo para otros dos y aun para todos”. Por eso, ésa ha de ser nuestra norma, el sin tiempo, la resolución audaz y fulgurante, la audacia ciega y heróica; y para esto es preciso no vivir de las ideas del instinto, sino de aquellas ideas del espíritu, y no hay otra manera de educar el espíritu de un hombre que por medio de las luchas de la vida.

Las ideas del espíritu se encuentran donde la naturaleza ordena en los hombres y en los pueblos: en el sentimiento, aquella reserva de energías inagotable que se llama corazón, y aquí es donde se debe centrar el alma. Procedamos como la naturaleza procede: forma un corazón, palpita y en su misterioso latido va encerrado el secreto de la vida. Un hombre y un pueblo son grandes por su capacidad de sacrificio, y esa capacidad jamás la dará el cerebro o el instinto; solo tiene impulso vigoroso para crearla, el corazón.

La riqueza y la grandeza de los pueblos se labran con la lucha, con la voluntad de vivir que impera en su corazón, y éste es el templo soberano de su grandeza, desde donde obra e irradia la gracia de Dios.

5/2/14

Indomables


Vosotros sois indomables defensores de la verdad porque la oisteis los primeros de los labios de San Pablo; y la proclamáis y la defendéis; porque el Santo Apóstol os la predicó apoyado en el báculo de una espada. A la fuerza, el valor; al orgullo, la fe; y a la embriaguez de la continua suerte, el heroico desprecio de la muerte.




Florece el germen de la energía

De tu indomable raza bravía

¡Esa indomable raza de guerra

que hasta en sus odios tiene hidalguía!



1/2/14

La Tradición insobornable


Cual cristiano y caballero


Teme a Dios, guarda su ley,

Sirve con lealtad al Rey,

Sé devoto y sé guerrero.

¡Hijos del suelo rociado con la sangre de los primeros mártires! Le habéis rendido el homenaje de dolor y lágrimas: presentadle ahora el de la imitación de sus virtudes; sostened la sagrada Religión que él supo defender, y todos los demás bienes os vendrán por añadidura.

Oiréis que vuestra nación os dirá: “No creáis que triunfaréis. Me revestiré de la autoridad que me concedió naturaleza; no daré lugar a aquello que solicitáis; os echaré mi maldición, y ya no os contaré entre mis hijos; éstos se reunirán, y sumisos a la voz de su madre, os harán expiar vuestro crimen de lesa patria en un patíbulo.”

Pero a ti, hijo mío el mas amado, leal a tu casa y a tu sangre, que me has estado sujeto a mi como a Dios, ¡apártate de la mentira!, no tanto por temor de las penas, cuanto por referencia de la majestad; no tanto por motivo de adulación, cuanto por conciencia del deber. Pues la Tradición es insobornable y la lealtad impertérrita.