La virtud en el hombre es fuerza; y si apoyado en la virtud el hombre subyuga sus pasiones y reina o gobierna su razón ilustrada por un consejero divino, aquel hombre es libre. De hombres honrados y de pueblos sobrios y virtuosos se hacen pueblos libres; pero de hombres o pueblos en quienes cunde el libertinaje del espíritu o el apetito desenfrenado de goces materiales - haced las Constituciones que queráis -, no haréis mas que pueblos turbulentos o esclavos.
Aparisi y Guijarro