25/3/14
Santa locura
“(…) sólo desesperan aquellos que ven el fin más allá de toda duda. Nosotros no (…) aunque pueda parecer locura a aquéllos que se atan a falsas esperanzas. Bueno, ¡que la locura sea nuestro manto, un velo en los ojos del enemigo!”
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Los fulgores del genio deslumbran al pusilánime, los arranques de un corazón noble y animoso lo dejan pasmado. Duda de todo, es el hombre sin fe alentadora, inútil para toda empresa que suponga esfuerzo soberano, sin ideales hermosos, la tortuga que envidia al águila.
¡Un loco!, exclaman los que blasonan de discretos y los bien hallados con la apacible comodidad de un vivir sin hacer cosa y empresa de provecho. Muchos no lo entienden. Tiene que acudir a otros ilusos como él. Son histéricos, dice la gente, pobrecitos, visionarios.
¡Santa locura!¡inefable ilusión!¡visión bendita!¡Dichosos los que entienden estas palabras!. Para el hombre-masa, envuelven un absurdo. El genio se abre paso entre la muchedumbre de los pusilánimes, y los reconviene con las palabras del Redentor: “hombres de poca fe, ¿por qué dudasteis?”
11/3/14
El sueño de los héroes
El sueño de los héroes es tan largo, tan largo, que agota la vida del que se sienta a su lado en espera de que despierten. Despiertan, si, ante otras generaciones para hacerles el relato de sus hazañas y mostrarles una bella ruta a seguir en la vida. Pero no tienen por qué despertar, cuando quienes los llaman saben la leyenda exacta de los que reposan.
8/3/14
Vicisti Galilae!
“¿Quién abrirá las puertas de su boca? Espanta ver el cerco de sus dientes. Cuando estornuda arroja chispas de fuego, y sus ojos centellean como los rayos de la aurora. Cuando se levanta, tienen miedo los mismo ángeles. Si alguno quiere embestirle, no valen contra él ni la lanza, ni la coraza, ni la espada. Porque fue hecho para no temer a nadie” (Job, cap. XLI)
Y tiene legión de acólitos tanto en este mundo como en las sombras:
-¡Insensatos! ¿Contra quién dirigís vuestras envenenadas flechas?
-Contra el cielo, contra Dios –responden con furia.
-Y ¿habéis creido en vuestro delirio impío, poder escalar el cielo y arrojar de él al Omnipotente?
-Si, podremos –responden- y aplastaremos al infame y borraremos del mundo hasta su nombre. Ellos o nosotros.
Señor de los ejércitos, dichosos los hombres que confían en ti: “Venid ahora todos los demonios del infierno, quiero saber qué mal me podéis hacer. Porque tomaba yo una cruz en la mano y parecía verdaderamente darme Dios ánimo contra todos ellos”
El combate no ha hecho mas que comenzar, no dejemos nunca a la tristeza adueñarse del corazón, tristitiam non des animae tuae, porque así será pues que llegará el día en que dirán finalmente: Venciste, Galileo.
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5/3/14
Fuerza moral
La fuerza moral es la virtud, que capacita al hombre para llenar sus deberes; la dignidad, que produce amor a la milicia; la gratitud, que purifica el alma; la abnegación, que sacrifica juventud y riqueza. La fuerza moral del hombre es el ESPÍRITU DE HONOR, la EXPRESIÓN DE LA DIGNIDAD, el SANTUARIO DE LA CABALLEROSIDAD, el REFLEJO DEL CARIÑO y el INCENSARIO donde la patria vierte sus glorias para perfumar el corazón de sus hijos.
La fuerza moral es la victoria, porque en ella, mas que la voluntad puede el corazón, mas que la disciplina el sentimiento patrio, mas que la obediencia el cariño, mas que el mando la intensidad del afecto, mas que la esperanza del agradecimiento el contento del terruño, y mas que las satisfacciones del presente los elogios del porvenir.
¿Qué otra cosa sino fe es esa fuerza moral, que sujeta misteriosamente opuestas cualidades? ¿No es fe la fuerza moral que levanta al pusilánime, refrena al arrojadizo, ayuda al débil y rebaja al orgulloso? Sin la fe, la fuerza moral titubearía, rodaría arrastrando los prestigios legados por el pasado y las esperanzas puestas en el porvenir. La fuerza moral basada en la fe, trae consigo la exaltación de los nobles corazones. La fuerza moral independiente de la fe, conduce al aniquilamiento de toda civilización y a la muerte de toda sociedad.
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