Francisco I, a quien ya se había unido "Musiú" de la Motte en el campo de prisioneros (tras la batalla de Pavía), le preguntaba a éste qué decían aquellos soldados que tanto murmuraban de él, y cuando éste le traducía las palabras, relativas al buen trato de que iba a ser objeto el monarca en manos de los españoles, el rey se echaba a reir.
En esto se acercó un arcabucero español, quien le dijo:
- Sepa, señor, que sabiendo ayer que se iba a dar esta batalla, hice para mi arcabuz seis balas de plata y una de oro; las de plata para seis "musiures" y la de oro para vos. La de oro vedla aquí, y agradecedme el deseo de haber querido daros una honrosa muerte, como a ningún otro príncipe se ha dado.
El rey tomó la bala y le dijo:
- Te agradezco tu buen deseo.