15/4/15

Lo sublime II


“ADVIÉRTOTE QUE JAMÁS QUERRÉ TROCAR MI MISERIA POR TU ESCLAVITUD”

Porque la grandeza de toda acción, siempre se manifiesta y comprueba del modo mas inteligible por la grandeza de la oposición y de los obstáculos de que triunfa o incluso sucumbe, y el hombre grande jamás aparece con mas gloriosa luz que en la lucha. Decía Séneca: no hay espectáculo a que los dioses miren con mas recreo y admiración, que al del hombre grande lidiando con la adversidad. Y esta lucha y oposición es maravillosa ya en el mismo interior del corazón humano, siendo una lucha interna que el hombre sostiene consigo mismo para alcanzar su propia sublimidad del alma, o se hace al exterior combatiendo el hombre con el mundo que le rodea.

Por eso aparece sublime el Hijo de Dios hecho hombre, triunfando de la humanidad desobediente en el monte de los Olivos. Lo Sublime por excelencia, grado inalcanzable para el hombre pero reflejo de su imitación.

A lo sublime se contrapone lo ridículo. La ridiculez de la modernidad. Aquél despierta en nosotros la idea de una grandeza, y éste la de una pequeñez infinitas.



13/4/15

Lo sublime



La naturaleza no ha elegido al hombre para un género de vida bajo e innoble, sino que introduciéndonos en la vida y en el universo entero como en un gran festival, para que seamos espectadores de todas sus pruebas y ardientes competidores, hizo nacer en  nuestras almas desde un principio un amor invencible por lo que es siempre grande y, en relación con nosotros, sobrenatural. Por eso, para el ímpetu de la contemplación y del impulso humano, no es suficiente el universo entero, sino que con harta frecuencia, nuestros pensamientos abandonan las fronteras del mundo que los rodea y, si uno pudiera mirar en derredor la vida y ver cuán gran participación tiene en todo lo extraordinario, lo grande y lo bello, sabría, en seguida, para qué hemos nacido.

La sublimidad, surge en ése para qué hemos nacido, que da grandiosa finalidad a la naturaleza humana, sacándola, con un anhelo siempre repetido y siempre frustrado, de la mísera pequeñez de lo inmediato. El patetismo, por el contrario, es la categoría estética de la modernidad en contraposición a lo sublime.


"Reina indudablemente una ley eterna e inviolable que exige el justo deber; escrita está con el buril divino, y grabada está con caracteres indelebles en el pecho de todo hombre."

11/4/15

No importa


Déjenme los que no quieran morir por la Ley santa de Dios y de la Cruz. Nada me importa quedar solo. Haré clavar mi estandarte al pie de esas eminencias, y cuando caiga en la lucha, cobijará mi cuerpo y dará sombra a mi tumba. Cuando no se puede vencer, queda expédito el camino de morir. ¡Muramos, caballeros, y ya que no la corona de la victoria, sepamos conquistar la del martirio! No importa.

Sonríe cuando todos lloran, se yergue cuando todos se abaten. Es tan grande que sus pies se hunden en los abismos de la tradición y su frente se apoya en el cielo de lo por venir; y su frente, que aun no ha existido, ni jamás existirá poder humano que lo venza; es tan terco, que, por allí por donde nadie pasa, es por donde acomete él y donde le gusta combatir; cuando entra en el campo de batalla, es cuando todo lo ha destruido la derrota, o cuando nada ha dispuesto la previsión; entonces, en esos supremos momentos en que los mas animosos flaquean, en que los mas potentes vacilan, cuando los héroes han pasado a ser mártires, cuando es cadáver el que no huyó, las murallas montones de escombros y las armas pedazos inútiles de hierro tirados por el suelo,  aparece, se interpone entre los que avanzan y los que retroceden, encárase con insolencia sublime con la victoria injusta, y para de detenerla en su carrera de fiera no domada, le dispara su propio nombre que le ha hecho inmortal, le dice arrogantemente: No importa, y se ríe, se ríe con una risa franca y sonora que resuena en todo el planeta; y que van repitiendo y agigantando los ecos del tiempo por las bóvedas de la historia.


Contra esa risa y contra esa frase aun no se ha inventado ni jamás se inventará la coraza. Son dos balas que lo traspasan todo: imperios, civilizaciones, pueblos. Nada las detiene y nada las resiste. Son un talismán de procedencia divina, porque Dios es el que se lo ha dado a un pueblo que, aunque pecador, es católico, y se lo ha dado para que no perezca, para que siempre viva y vaya dando a su vez, a través de los siglos, testimonio glorioso de que las nobles fuerzas del alma pueden mas que las fuerzas puramente materiales y físicas.