16/1/12

La necesidad de la monarquía hereditaria (tradicional, obvio)


La Revolución ha derribado lo existente sin edificar nada nuevo que ofrezca suficiente garantía de estabilidad y duración; ha dejado la sociedad como casa cimentada sobre la arena, expuesta a caer a la primera arremetida de los vientos.

La monarquía hereditaria es una necesidad para los pueblos; pero es preciso que la monarquía sea de sentimiento, de tradición, que se ligue profundamente con ideas religiosas y morales, que esté acompañada de una vasta organización social en analogía con ella: si no es así, jamás se hará entrar en la cabeza de los hombres el dominio de una sola familia sobre una nación de muchos millones de habitantes. No por cálculo como dicen los "monárquicos nuevos, LOS QUE HAN SURGIDO DE LA REVOLUCIÓN, y que quieren la monarquía como un medio de conservar el botín". ¡Ilusión! la monarquía no puede ser en ningún país una forma calculada puramente convencional. Desde el momento que los pueblos calculan sobre la monarquía, en vez de amarla, la monarquía muere.

Cuando la Iglesia consagraba solemnemente a los reyes y rodeaba la persona del monarca de ceremonias augustas, hacía una obra muy política estableciendo la condición, sin la cual las monarquías hereditarias no pueden ser duraderas. En las instituciones modernas se emplea también la palabra de sagrado e inviolable; este es un esfuerzo que se hace por suplir lo que falta. ¿Pero se suple, discutidas las condiciones de la monarquía en pleno parlamento, haciendo surgir el trono de entre las manos de una comisión de abogados? ¿Se les presenta a los ojos de los pueblos con la elevación a que debe encumbrarse para recabar su misión y acatamiento? (Pensamientos y máximas filosófico-católicas, Vol. 2)