28/7/09

¡Machuca, Vargas!


El caballero toledano Diego Pérez de Vargas, era un hombre alto y recio que tenía los músculos de acero. Con una espada en la mano, no había pelotón que se le acercara en 10 metros a la redonda.

Durante el sitio de Sevilla luchó porfiadamente a las órdenes del Rey Fernando III el Santo. Donde estaba Vargas, estaba el terror.

En una ocaión difícil se le fueron encima mas de 200 moros. El valiente Vargas sacó su espada y, cubriéndose con el escudo, empezó a dar tajazos y segar cabezas, y se hubiera quedado solo si en uno de sus terribles golpes no se le hubiera roto la espada en dos pedazos.

Al verlo desarmado los moros, lanzaron alaridos de alegría. El audaz guerrero, sin armas, se consideró perdido; pero observando que a su lado había un olivo, cogió una gruesa rama, la desgajó, le arrancó los ramillos y empuñándola con ambas manos a guisa de maza, empezó a descargar tan formidables golpes sobre las cabezas moras, que cráneo que se le ponía delante, cráneo que quedaba machacado.

Al verle luchar los caballeros cristianos, le gritaban:
"- ¡Machuca, Vargas, machuca!"
Y Vargas, hecho un león, seguía haciendo polvo las cabezas enemigas.
"- ¡Machuca, Vargas, machuca!"
Y Machuca le quedó de mote, y desde entonces el heroico capitán se llamó Vargas Machuca.

La gran victoria de Las Navas


El Rey Alfonso VIII, quiso acabar con los moros, y así le escribió al emperador de Marruecos esta carta:
"En el nombre de Dios, clemente y misericordioso, el Rey de los cristianos al Rey de los muslimes: Puesto que, según parece, no puedes venir contra mi ni enviar tus gentes, envíame barcos, que yo pasaré contra ti con mis cristianos donde tú estás, y pelearé contigo en tu misma tierra con esta condición: que si me vencieres seré tu cautivo, y tendrás grandes despojos, y tú serás quien de la ley; mas si yo salgo vencedor, entonces todo será mío, y seré yo quien de la ley al Islam."

A esta carta contestó Yacub con esta otra, que era un verso del Corán:
"Dijo Aláh omnipotente: revolveré contra ellos, y los haré polvo de podredumbre con ejércitos que no han visto, y que no podrán evitar ni huir de ellos, y los sumiré en profundidad y los desharé."

Vino a España Yacub y consiguió derrotar a los cristianos en Alarcos, pero esta derrota sirvió para que se unieran los príncipes de la Cristiandad, quienes formando un ejército formidable fueron a buscar a los musulmanes.

A la mitad del camino, muchos extranjeros se volvieron a sus países; siguió adelante el resto del ejército, y dió vista al enemigo en Las Navas de Tolosa: era el día 16 de Julio de 1212 (parece que julio es un mes providencial en la historia de nuestra Patria).

El miramamolín Muhamad tenía mas de 200.000 guerreros, de los cuales 10.000 estaban amarrados con cadenas para defender la tienda del jefe, que estaba en el centro.

La batalla fue espantosa, terrible, gigantesca. El Rey don Alfonso llegó a verse rodeado de enemigos feroces, al punto de que le dijo al arzobispo Ximénez de Rada, que se encontraba al lado luchando:
"- Arzobispo: ¡aquí morimos vos y yo!"
A lo que contestó el arzobispo:
"- No lo quiere Dios; tú triunfarás de los enemigos."
Y triunfó...160.000 almohades quedaron muertos en el campo de batalla.

Del rico botín recogido, don Alfonso no quiso nada para sí; la tienda de Muhamad le fue enviada al Papa Inocencio III, y las cadenas de los africanos, llevadas a la catedral de Pamplona, donde todavía cuelgan de sus muros.

13/7/09

Don Carlos en Zugarramurdi


"Voluntarios:

Invocando al Dios de los ejércitos y escuchando la voz de la España agonizante, me he presentado en medio de vosotros, seguro de vuestro valor y de vuestra lealtad.

Pobres de recursos, mas opulentos de fe y de heroísmo, habéis sabido sostener a gran altura, una campaña inverosímil, fabulosa, y en medio de fatigas incesantes, no pedíais mas que una cosa: armas.

Mis esfuerzos por procurároslas no han sido del todo estériles y, llenando este deber en lo que me ha sido dable, vengo a llenar otro mas agradable a mi corazón; vengo a combatir, como vosotros, por nuestra patria y por nuestro Dios. No seré yo quien, detenido por consideraciones de conveniencia política, asista cruzado de brazos a esta lucha reparadora y heróica.

Deploro la ceguedad del ejército que nos combate porque os desconoce y me desconoce. Vosotros y yo lo recibiremos con los brazos abiertos si, en un instante de buen consejo, reflexiona que la bandera monárquica es, desde hace 15 años, la bandera de las glorias y honor de las armas españolas; si reflexiona que la sola bandera verdaderamente monárquica es la mía: la bandera de la legitimidad y del derecho.

Pero ya que las cosas no resultan así, necesario será subyugar por la fuerza una revolución impía y ruinosa, que no se sostiene mas que por la violencia.

Con una indecible emoción, recibo yo el homenaje sincero de vuestra entusiasta fidelidad. Con una indecible emoción, huello este noble solar vasco-navarro, desde donde dirijo la expresión de mi gratitud a todos los generosos defensores de la causa justa, y los acentos de mi voz a todos los españoles.

La España nos pide a grandes gritos, que corramos en su socorro.

Voluntarios ¡adelante!

La España dice que muere: voluntarios ¡salvémosla!"

CARLOS, Zugarramurdi, 16 de julio de 1873

10/7/09

¡El Rey ha muerto! ¡Viva el Rey!


Cuando atravesó por vez primera los Pirineos, una partida de 32 hombres armados con palos, le esperaba, una especie de "Partida de la Porra". Al poner Don Carlos el pie en tierra patria, sacó un revólver, disparó un tiro al aire y profirió con voz firme:

"En nombre del principio monárquico, del cual soy representante en España; en nombre de mi derecho hereditario, tomo posesión de este país: ¡guerra al extranjero que os gobierna y guerra a la Revolución! ¡adelante por Dios, por la Patria y por el Rey!"

Los 32 hombres gritaron entonces: "¡Viva nuestro Rey y señor Don Carlos VII!"

Y la monarquía fue hecha.


Carta del Obispo de Urgel a Don Carlos, con motivo de la proclamación de Don Alfonso, llamado el XII

"Señor:


El manifiesto dirijido por Vuestra Majestad a los españoles, con motivo de la usurpación del Infante de España don Alfonso de Borbón, ha regocijado vivamente a todos los buenos españoles y, según creo, aterrado a todos los menguados.


Vino a confirmar mi convicción profunda, de que V.M. ha recibido de Muy Alto la misión de matar a la Revolución y de perseguir sus restos hasta Jerusalén.


Sea Dios bendito y glorificado, y acepte V.M. mil felicitaciones, como ministro privilegiado que es del Dios de los ejércitos.


Considero estas últimas y brillantes victorias, por las cuales hemos tributado gracias a Dios en nuestros templos, y que han sido saludadas por nuestros paisanos con frenéticas aclamaciones, como el premio de esta gran fe y de este gran valor que os valdrán el epíteto de Carlomanno.


Vengo, Señor, a poner a vuestras plantas mis calurosos respetos y felicitaciones. Si soy el último de vuestros prelados, soy también el mas fiel de vuestros súbditos.


Señor.


José, Obispo de Urgel"



NOTA DE LORD BEAUMONT A LA PRENSA INGLESA


"Habiéndome presentado al público inglés como representante de los intereses carlistas, creo deber consignar las razones que me han decidido a aceptar esta misión, y definirla claramente. (...) Hasta el presente, S.M. católica, o Don Carlos, no tenía en Inglaterra persona debidamente autorizada para hablar en su nombre, publicar la verdad sobre la guerra actual, y justificarla. (...) Tres meses he pasado en España, durante los cuales he visto diaramente cosas tan distintas de las que me había figurado, según informes puestos a nuestro alcance, que he considerado como un deber el publicar lo que he visto con mis propios ojos. Por lo mismo, cuando el Rey me habló de representarle, acepté la invitación.


Seríame imposible hacer resaltar bien la diferencia que media entre los principios afirmados por el carlismo y el alfonsino, sin una corta demostración retrospectiva. Permitidme pues, recordaros, que Fernando VII no halló inconveniente en cambiar el orden de sucesión establecido por la ley, convirtiéndose así en iniciador del régimen liberal. (...) El pésimo gobierno de estos leaders que hoy proclaman al hijo de Isabel II, como rey, desenvolvió rapidamente el comunismo en todas las grandes localidades; consecuencia: durante los 37 años del reinado, hubo 17 pronunciamientos y revoluciones.


Una monarquía constitucional, no consigue hacer feliz a un pueblo sino en tanto que el monarca, lleve a su gobierno un elemento serio y formal, o que el país tenga la dicha de poseer jefes de tal decencia y tal patriotismo, que el monarca pueda reinar sin gobernar.


La población de España cuenta con la nobleza provincial, que corresponde a nuestros country gentlemen, y cuyos miembros no quisieron ser cortesanos. La clase media se divide entre los dos príncipes; la población de las grandes ciudades es republicana, y en cuanto a los campesinos, cuyas cualidades físicas y morales provocaron los elogios de Ford y de todos los escritores ingleses que han visitado España, puede decirse que todos son carlistas.


Los carlistas, en menos de dos años, han formado de una partida de 32 hombres sin armas, un ejército de 80.000 voluntarios (...). Don Carlos es, tiempo ha, de facto Rey de Navarra, de las Provincias Vascongadas, de Cataluña, de Aragón y de Valencia, tan completamente, como cualquier soberano que gobierna sus dominios con tranquilidad. En la España carlista, el Rey es adorado y respetado por una población tan noble e inteligente, como la que mas de Europa. Todos los días acepta grandes sacrificios, y vierte su sangre por una causa que considera como la de Dios y la de su patria. ¿Tales hombres, irían a someterse buenamente, sin una lucha desesperada, feroz, a un ejército mandado por generales que proclaman exterminarlos, esta vez por completo?


Esa raza animosa de montañeses, piensa que Don Carlos es el protector natural de sus libertades y de su religión, y por eso le estima tanto. (...) La línea de la Ribera, frente al Ebro, no ha sufrido menoscabo, a pesar de la gran concentración de tropas liberales. Está defendida por esos mismo bravos montañeses. (...) En eso se diferencia un ejército, sobretodo en Madrid, formado por quintos casi imberbes y llevados a la fuerza para combatir a las órdenes de oficiales descontentos, de un ejército cuyos oficiales y soldados son voluntarios.


(...) Invoco a los hombres de Estado de todos matices, de un extremo a otro del Reino Unido, para el sostenimiento de Don Carlos, porque hay entablada realmente una lucha entre los defensores del orden social y los revolucionarios, o sea, el comunismo mal encubierto. Mas aun, hago un llamamiento a los cristianos de la Gran Bretaña y de la Irlanda, para que ayuden a Carlos VII, porque, en la presente lucha, va envuelta la existencia de la cristiandad en España.


Beaumont".



-El próximo 18 de Julio, Dios mediante, la auténtica España conmemorará el Centenario de la muerte de su Rey Carlos VII; unos en casa, otros en sus lugares de veraneo y unos pocos privilegiados en Trieste (ocasión que habría sido formidable para acercar posturas entre la S.P. de SAR Don Sixto y la Junta de Gobierno, acontecimiento que habrá que seguir esperando). Como siempre, pero ese día con mas fuerza si cabe, recordaremos a nuestro gran Rey de España, ¡Viva el Rey!.

9/7/09

Legislación de Indias, en el S. XVI



Las dilatadas posesiones de España en América estaban sujetas a dos virreyes, encargados a la vez del gobierno civil y militar de Méjico y del Perú. Investidos además con el derecho de administrar justicia, presidían las audiencias, las cuales, establecidas en Méjico y Lima, juzgaban todas las causas civiles y criminales. De sus sentencias podía apelarse al consejo de Indias, pero la gran distancia se oponía a toda intervención regular de este tribunal supremo y hacía casi absoluta, la autoridad de los virreyes. Las órdenes mas terminantes de Madrid, quedaban a veces sin ejecución, y en este caso, leida solemnemente la real cédula en audiencia plena, el virrey pronunciaba estas palabras consagradas por el uso: "La obedezco, pero no la cumplo, porque tengo que representar sobre ella".


Los virreyes de Méjico y del Perú, no podían permanecer en sus puestos mas de 7 años, pero enviando presentes a los ministros del rey y a los consejeros de Indias influyentes, conseguían quedarse en ellos por otros muchos mas.

7/7/09

Las leyes en la Corona de Castilla, en el S. XVI





Comprendía la Corona, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva o Reino de Toledo, el de León, el de Galicia, el de Asturias y los reinos de Córdoba, Granada, Jaén, Sevilla y Murcia. En él tenía su asiento el gobierno central, especialmente desde que Felipe II convirtió en corte permanente la villa de Madrid, y en él también como hemos dicho, era el poder real muy fuerte y respetado. Sin embargo no se crea que hubiese desaparecido todo vestigio de la libertad antigua; por el contrario, se conservaban varios mas o menos desnaturalizados, mas o menos decaidos, y además de las cortes que se reunieron con mucha frecuencia, excepto en el reinado del último monarca, existían aun las municipalidades con sus franquicias e independencia.





En la elección de los miembros que componían los capítulos o cabildos, no podía el rey intervenir lo mas mínimo, y los elegidos debían unicamente su autoridad, al voto de sus conciudadanos. Los de Sevilla, Granada y Córdoba se componían cada uno de 24 hidalgos y en ellos y en un alguacil mayor que los asistía, cuyas funciones eran hereditarias, descansaba todo el peso del gobierno y de la administración local. Quedaban además las órdenes militares, que si bien reconocían por gran maestre al soberano, no dejaban de embarazar la acción del poder real en sus dilatadas posesiones con sus leyes y fueros especiales, y existía, aun por fin, la aristocracia eclesiástica y seglar con sus cuantiosas rentas, sus vastos dominios y con el prestigio que daba a sus miembros su antiguo nombre, su ministerio y el gran número de hidalgos pobres que mantenían en sus casas.





En Madrid residían el Gobierno y los grandes consejos auxiliares de la corona, para cada uno de los reinos y territorios agregados a ella, a los que, como sabemos, dio Felipe II su organización definitiva. El de Castilla, sucesor del de Estado, tomaba la iniciativa en todas las grandes disposiciones que se rozaban con los intereses generales de la monarquía. El número de plazas del Consejo Real fue fijado en 16 por aquel mismo monarca, quien dispuso que fuesen letrados todos sus miembros; Carlos II añadió 4 plazas mas, y ya antes Felipe IV había aumentado su poder autorizándole, no solo para representar, sino para replicar a sus resoluciones. El progresivo decaimiento a que venían las cortes, fue causa de que ejerciese con frecuencia funciones legislativas, administrativas y judiciales, hasta el punto de expedir de orden del rey y a veces sin ella, pragmáticas, cédulas y decretos, reglamentos y circulares.





Sobre Castilla pesaban principalmente las cargas de la monarquía, que tan onerosas se hicieron desde el reinado de Felipe II; los reinos aragoneses, Navarra y las Provincias Vascongadas hallaban en sus franquicias medio de eludir casi siempre las exigencias del rey, y esto al propio tiempo que contribuía a que estos pueblos se aferraran mas a sus leyes particulares, aumentaba el encono con que eran mirados por los castellanos, envanecidos por ocupar el primer puesto en la monarquía y por el monopolio del tráfico de Indias, que exclusivamente se habían reservado. Y no solo a aquellos reinos afectaban tratar como pueblos conquistados, sino también a los andaluces. Basta leer en el final de los Anales de Gerónimo de Zurita la relación que hizo al consejo del rey, Alfonso de Santa Cruz (a su dictamen contestó con una apología de la obra, el cronista de Felipe II, Ambrosio de Morales, y aquélla se imprimió en 1610), encargado por el mismo de dar su dictamen acerca de la obra, antes de su impresión, para conocer los celos y las rivalidades que abrigaban castellanos y aragoneses y cual era el afán de los primeros por disminuir y empañar las glorias mas legítimas de la historia de estos reinos. España, país del heroísmo y del valor, no podía avenirse con la homogeneidad, pues siempre ha de ser base de aquél, un individualismo fuerte y poderoso.

6/7/09

José María de Pereda


..."Pero llegó el S. XIX, hijo legítimo de la glacial filosofía del XVIII, y la masa dócil a tantas voluntades durante tantos siglos de controversias y de charlatanes, endurecióse como el mármol, y hasta el mas lerdo se convenció de que en estos días esplendorosos, de luz y de pronunciamientos, ya no cabe el cisma, por la sencilla razón de que el que se separa de la verdad católica no es para proclamar otra creencia, sino para dudar de todas; y dudar de todas equivale a carecer de entusiasmo, que es hijo de la fe; y careciendo de fe y de entusiasmo, no cabe la disputa ni, por consiguiente, la escuela. Es decir, que los disidentes de la verdad "ya no creen brujas", o, hablando mas en "carácter de época", están "curados de espantos", en plena despreocupación. Deducción lógica de esto: no puede darse una ocasión que sea menos a propósito que la presente, para fundar sectas religiosas y sistemas filosóficos.

Desde que el mundo es mundo, se han hecho los mayores esfuerzos para arrastrar a la razón humana a los extremos que mas la repugnan; jamás se ha visto mayor cúmulo de desatinos presentados como armas de seducción, unos en el campo religioso, otros en el filosófico y otros en el de la política; siendo inútil advertir que todas estas agrupaciones, tan diferentes entre sí, coinciden en un punto: el consabido odio a las viejas instituciones y creencias."

José Mª de Pereda (1833-1906): gran enemigo de la revolución liberal de 1868, diputado carlista en 1871. Uno de los grandes escritores españoles modernos, con un estilo caracterizado por el cuidado en el empleo del lenguaje narrativo y el diálogo, que refleja con esmerada fidelidad el habla local, cualidades que le llevaron a Clarín a decir de él que era un naturalista a su pesar. Un gran cántabro. In memoriam.

3/7/09

Oración para el viaje


Para todos aquéllos que estáis a punto de salir de viaje, ahora que comienza julio. Una buena oración.

La Nobleza


Decía Luis Vives: "La verdadera y sólida nobleza nace de la virtud. Necedad es gloriarte de un padre noble, si tú eres vil y mancillas con tu torpeza la hermosura de aquel linaje".

En su obra Le marquise de Lourore, dice Edmond About: "Un hijo de casa noble abofeteará al insolente que ponga en duda la virtud de su madre; sin embargo, él mismo no oculta que su abuela tuvo ciertos devaneos; y, en cuanto a su tatarabuela, si por ventura obtuvo favores de Luis XV su vanagloria es grande. De este modo, la vergüenza de los nuestros, a medida que se aleja de nosotros, se convierte en gloria."

Un grande de España se dirigió un día al general Weyler, que acababa de ser elevado a la grandeza, y le tuteó:
-¿Quién le ha dado permiso para tutearme?- le dijo el general.
-Es costumbre entre nosotros los grandes-dijo el otro.
-Pues sepa usted, mozuelo, que mi grandeza empieza en mi.

A la muerte del gran hereje Lutero en 1546, los protestantes manifestaron frecuentemente su rebeldía contra la Iglesia. Carlos I de España, de acuerdo con el Papa y con su hermano Fernando, a quien había cedido los dominios hereditarios de Alemania, resolvió hacerles la guerra. El 24 de abril de 1547, obtuvo el emperador la victoria de Mühlberg; en ella hizo prisionero al príncipe elector de Sajonia, cuya vida ofreció a su esposa a cambio de la ciudad de Wittemberg, en cuya catedral o iglesia del castillo había clavado, años antes, Lutero sus célebres 95 tesis. En la propia iglesia estaba enterrado Martín Lutero, y el duque de Alba propuso a Carlos I que desenterrase el cadáver, lo quemase y aventase las cenizas, a lo que el emperador respondió:
-Dejémosle reposar: ya ha encontrado a su juez. Yo hago la guerra a los vivos y no a los muertos.

Cuando el barcelonés Pedro Maristany fue nombrado conde de Lavern, un amigo le dijo:
-No sé, te encuentro un poco pachucho, ¿qué te pasa?
-Debe ser el cambio de sangre-respondió Maristany.
Del mismo se cuenta que encargó a su criada que, a todos los que iban a felicitarle por el título, contestase:
-El señor no está en casa. Ha salido a probarse la armadura.

Un día, Napoleón, con cierta ironía e incredulidad le preguntó al príncipe Massimo, italiano célebre por su extensa genealogía:
-¿Es verdad, príncipe, que creéis descender de Fabio Máximo Cunctator?
-No lo sé, sire. Lo único que puedo deciros es que es un rumor que desde hace 2.000 años corre por nuestra familia.

Carlos Fisas

Mas banderas del Requeté (y una foto histórica)


Del libro "Banderas de la Guerra Civil española". Foto: se trata de la entrada victoriosa de las brigadas navarras en Tarragona.